LA HORA DE TU VENIDA

Domingo de Ramos. A

5 de abril de 2020

 

 

“Bendito el que viene en nombre del Señor”

(Mt 21,9)

 

Señor Jesús, siempre nos hemos preguntado cómo es que la misma multitud que te aclamaba por el camino hacia Jerusalén haya pedido tu muerte unos días después. Pero posiblemente hemos identificado dos grupos muy diferentes.

Te aclaman como rey los que vienen siguiendo tus pasos, los que han escuchado tu palabra, los que han visto tus obras. En cambio los habitantes de la ciudad santa se conmueven y se preguntan quién eres tú. No es extraño que tú lloraras al contemplar a Jerusalén y su indiferencia.

Te reconocen y bendicen como Hijo de David los que hacen tu camino. Se extrañan y se inquietan los que viven tras las murallas de su pretendida seguridad. Solo las buenas gentes del pueblo tienen la lucidez y la valentía para anunciarte como el profeta que viene de lo inesperado.

A siglos de distancia, nosotros hemos de preguntarnos cada día con quién nos identificamos. Todos tenemos un papel en el drama de tu vida y de tu muerte. Tu historia no es tan solo un relato del pasado. Es una interpelación para el presente y un desafío para la esperanza en el futuro.

También hoy llegas tú hasta nosotros. Nuestra fe nos dice que “tú eres el que es, el que eras y el que ha de venir”. Y nuestra experiencia nos enseña que, a pesar de apariencias y prejuicios, tú estás viniendo cada día a nuestro encuentro.

Vienes en tu palabra que da vida. Vienes en la comunidad que nos acoge. Vienes en la celebración de tus misterios. Vienes en la eucaristía. Vienes en el soplo inefable del Espíritu. Vienes en la presencia dolorida de todos los hermanos que sufren el hambre y la soledad, la enfermedad y la muerte.

Ayúdame a estar atento para percibir la hora de tu venida. No puedo ignorar por más tiempo el momento de tu llegada y el regalo de tu presencia. Que mi corazón se abra para recibir tu palabra y agradecer tu entrega. Bendito seas, Señor.

José-Román Flecha Andrés