HOY ES VIERNES SANTO Y PASCUA
Padre Pedrojosé ynaraja díaz
Podía haber puesto o Pascua. Sé cuando empiezo a
redactar, comprobaré cuando lo envíe, pero el recibirlo depende siempre de
diversos factores, da lo mismo. Quizá estos días de vida enclaustrada uno
piense y descubra lo que no aprendería de otro modo. Antiguamente decía que el
sacerdote diocesano debía ser un poco monje y otro poco misionero, añado ahora,
también saber ser ermitaño. Los misteriosos virus, que no son misterios
trascendentes, nos lo exigen
En primer lugar pienso en los que no disponen de
recinto, ni de agua, ni de jabón. Me esfuerzo en no defraudarlos malgastando
electricidad y agua, por ejemplo y espero que el día del encuentro final no me
acusen demasiado ante Dios y sean ellos los que me abran las puertas de la
Eternidad (Lc 16,9).
Mis primeros conocimientos litúrgicos los aprendí
de muy pequeño. Íbamos el Jueves Santo a visitar
iglesias con su correspondiente monumento, en la parroquial dejábamos un cirio.
Para mí resultaba ser un imaginario concurso. El de la catedral sin duda era el
más bonito. Vivía por entonces en Burgos, finales de la Guerra Civil.
El Viernes era el día de
las procesiones. Los pasos, desde la coronación de espinas y los azotes, hasta
el de la crucifixión, eran asombrosos.
Del Sábado Santo solo me
decían que el sacristán era el único ocupante fijo de la iglesia, que repartía
agua bendita a los piadosos que acudían.
Piedad familiar recibía, conocimientos, pocos,
tenía 6 años. Un día nos dieron un calendario y yo mirándole dije sorprendido:
este año Jueves Santo cae en jueves y Viernes Santo en
viernes. El jolgorio fue general, mis hermanas en la Eternidad todavía deben reirse. Recibí alguna explicación que estuviera a mi
alcance.
Los domingos nunca faltábamos a misa, nada
entendía, pero rezaba. Algo supe luego, algo aprendí en el seminario. El texto
de la misa, de todos modos es un galimatías.
Poco a poco lo he ido entendiendo, con la mente y
el corazón.
Estos días, celebrando la misa más solo que
nunca, he escogido el Canon romano, el que más veces he pronunciado durante mis
64 años de vida sacerdotal. Pausadamente, deteniéndome a pensar lo que había
recitado, mientras estaba distraído. No quiero meterme en comparaciones
respecto a las otras anáforas, hablo de mi experiencia.
Mientras preparo el pan y el vino, que yo he
comprado y después cuando se nombra a Abraham y Melkisedec,
me he situado en lejanos tiempos de la edad del bronce. Mi pan que pudiera ser
ofrecido como Melkisedec lo hizo, suplico que sea
aceptado de otra manera. Le pido al Padre que lo convierta en su Hijo.
Pronuncio sagradas e históricas palabras, estoy
situado en el Jueves Santo.
De inmediato proclamo su muerte y resurrección,
Viernes Santo y Pascua. En uno u otro momento he invocado al Espíritu Santo,
Pentecostés.
Pienso ¿no es ahora mismo cuando escribo, recién
celebrada la misa en mi pequeña iglesia, Jueves Santo, Viernes Santo, Pascua y
Pentecostés?