HOMILÍA DOMINGO II TIEMPO ORDINARIO CICLO A  

 

 

EL BAUTISMO ES UN PUENTE CON LA SOCIEDAD

 

En Corinto se encontraban oriente y occidente con sus contrastes sociales de riqueza e inequidad que daban como fruto la esclavitud; una premonición del hombre rico, Epulón y Lázaro el pobre. (Lc 16,19-31). Pablo inspirado por el bautismo que había recibido del Espíritu lo mismo que a Sóstenes recuerda a los corintios que “ha sido llamado a ser apóstol de Jesús, saludando a la comunidad de Corinto y en comunión con todos los que están en cualquier lugar invocando el nombre del Señor Jesucristo, Señor de todos “Que nuestro padre y el Señor Jesucristo les conceda su amor y su paz” (segunda lectura). Así Pablo y Sóstenes son un puente entre el evangelio y Corinto. Lo mismo ocurrirá con Juan Bautista y Jesús: “Yo presencie como el Espíritu descendía del cielo como paloma y permanecía sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: “Él es el que va a bautizar con Espíritu Santo… y tal como lo he visto, Él es el Hijo de Dios” (evangelio).

 

La gran diferencia entre la primera y la segunda alianza, primero y segundo puente renovado, es el sentido del bautismo que tiene Juan y el que le da Jesús. Hasta Juan llegaron la ley y los profetas y ahí comienza Jesús con el bautismo como anuncio del Reino; que implicaba y obligaba como conversión un cambio de la idea de Dios que tenía Juan Bautista; del dios justiciero y vengativo al Dios padre compasivo y humano por la Encarnación; el Espíritu Santo quien por el bautismo nos transforma desde nuestro interior para impulsarnos a servir a los demás. Juan Bautista intuía muy bien por su bautismo en agua que había otro Dios y otro bautismo cuando quería ponerse al servicio de Jesús “Yo no lo conocía, pero precisamente, vine a bautizar con agua para que Él se manifieste a Israel… El que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre el quien veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, es el que ha de bautizar en Espíritu Santo; yo lo vi y declaro en calidad de testigo que Él es el Hijo de Dios” (evangelio)

 

EL BAUTISMO ES UN PUENTE RENOVADO

 

Hasta donde nos trajo Juan Bautista desde la religión judía con su ley, primera alianza y entregarnos al bautismo de Jesús, como nueva alianza para luego él retirarse dando por terminado su ministerio de precursor, diciendo: Que Él crezca y yo disminuya.

 

La fe, kerigma, buena nueva, es el cambio del Espíritu en nuestro interior por medio del bautismo o su renovación como es el caso de muchos creyentes para trasformamos en imagen de Jesús a ejemplo de Pablo: “·Solo quisiera preguntarles: ¿Recibieron ustedes el Espíritu por haber cumplido la ley o por haber aceptado la fe? ¿Son tan torpes que después de haber comenzado confiando en el Espíritu, terminan ahora confiando en sus propias fuerzas ¿quedarán desperdiciados tantos dones? Porque de hecho han quedado desperdiciados. ¿Acaso cuando Dios les ha comunicado el Espíritu y realiza prodigios entre ustedes, lo hace porque han cumplido la ley, y no más bien porque han aceptadora fe?” (Gal 3,2-4)

 

Desde nuestro propio bautismo escuchemos lo que el Señor nos dice en Isaías: “Tú eres mi siervo y por medio de ti revelaré mi gloria. El señor me juzgó digno de este honor, el bautismo, y se convirtió en mi fortaleza. Me formó desde el seno para ser su siervo, para hacer que vuelva a él su pueblo. No basta con lo anterior, porque te haré luz de las naciones para llevar mi salvación hasta los confines de la tierra” (primera lectura)