Martes de la Octava de Pascua
Padre Arnaldo Bazán
"Estaba María junto al sepulcro
fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos
ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la
cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: “Mujer,
¿por qué lloras?” Ella les respondió: “Porque se han llevado a mi Señor, y no
sé dónde le han puesto”. Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no
sabía que era Jesús. Le dice Jesús: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”
Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: “Señor, si tú lo has
llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré”. Jesús le dice: “María”.
Ella se vuelve y le dice en hebreo: “Rabbuní” - que
quiere decir: “Maestro” -. Dícele Jesús: “No me
toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles:
Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios”. Fue María Magdalena y dijo a
los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras"
(Juan 20,11-18).
Los ángeles son espíritus puros, es decir que no tienen
cuerpo. Pero, ¿cómo podrían comunicarse con los humanos y dejarles convencidos
de que no fue una alucinación, si no toman forma humana?
No es esta la primera vez que en la Escritura se nos habla de
apariciones de ángeles en forma humana. Para muestra recordemos el libro de Tobías,
donde aparece el arcángel Rafael.
No podemos estar seguros de que el arcángel Gabriel tomara
figura humana para anunciarle a la Santísima Virgen que iba a ser la madre del
Salvador. Ella, con todo, quedó muy segura de que su encuentro con el ángel fue
algo muy cierto.
En el evangelio de hoy parece que sí se trata de una
aparición, que no solo vio María, pues en Mateo 28,1 se dice que un ángel
anunció a la Magdalena y a la otra María, quizás la de Cleofás, que Jesús había
resucitado. Lucas menciona dos hombres con vestidos resplandecientes (24,4).
Marcos habla de un joven con una túnica blanca (16,5).
Estas diferencias en los evangelistas, que también mencionan
diversos nombres de mujeres, se explican por el hecho de que escriben muchos
años después y sus recuerdos no concuerdan totalmente. Pero lo esencial de sus
relatos está en la realidad de la resurrección del Señor.
Juan enfoca su narración en la Magdalena, que al llegar de
madrugada al sepulcro y verlo vacío, sale enseguida a avisar a los apóstoles.
Luego regresa y es entonces que se encuentra con los ángeles y luego con Jesús.
Es posible que Juan haya querido destacar este hecho, ya que
María tuvo una conversión absoluta después de haber estado en poder de Satanás
por mucho tiempo. Marcos afirma (16,9) que de ella había echado Jesús siete
demonios.
Desde entonces María no hizo más que crecer interiormente.
Había dejado atrás una vida de pecado para convertirse en una de las más
fervientes discípulas del Señor.
Todos los evangelistas la colocan al pie de la cruz, junto a
la Madre y a otras mujeres, con Juan, el único apóstol presente. Tuvo ella,
pues, el privilegio de ser la primera en ver a Jesús resucitado, y recibir de
él la misión de ir a anunciar a sus discípulos que pronto lo verían también.
Ella fue el apóstol de los apóstoles, mensajera de la Buena Noticia de que
Jesús resucitó.
Arnaldo Bazán