2º DE Pascua-A

Padre Pedrojosé ynaraja diaz  

 

No me negaréis, queridos lectores que la misericordia como cualidad, nos suena como virtud de tono menor. Lo importante en la vida de la Iglesia parece ser que sea ser obispo, cardenal, doctorado en ciencia cristianas, con poderes milagrosos, o de bilocación, potentado y aportador generoso de caudales para edificios parroquiales o catedralicios, simpatías desbordantes etc. etc.

 

La misericordia suena a poco. Una limosna al indigente, un buen consejo al afligido o, todo lo más, permitidle que pase una noche en casa, si viaja o peregrina, careciendo por tanto de domicilio propio aquella noche.

 

Vaya por delante que, pese a su apariencia humilde, la misericordia no está monopolizada por la Fe católica. Otras iglesias, confesiones cristianas, religiones occidentales u orientales, también se la consideran muy suya.

 

(Y por si fuera poco y es de  triste actualidad, la falta de misericordia respecto a quienes mueren solos, aislados e incomunicados en los hospitales, víctimas de la pandemia dominante).

 

Y vino el buen Papa Juan Pablo II e instituyó el domingo de la misericordia. Y leo ahora mismo que este domingo, el Papa Francisco, saltándose normas profilácticas del gobierno italiano, saldrá del Estado de la Ciudad del Vaticano y se trasladará a la iglesia “Santo Spirito in Sassia”, y  celebrará misa en soledad física, unido espiritualmente a toda la cristiandad.

 

Tal iglesia, desconocida para muchos, también por mí, goza, no obstante, de gran tradición hospitalaria. Vaya de paso, que la hospitalidad tan olvidada en la actualidad occidental, es una forma de practicar misericordia. Dicho templo fue designado Centro de Espiritualidad de la Divina Misericordia por el mismo Papa. Ya en el siglo VIII había en este lugar un ámbito donde los peregrinos que llegaban del norte de Europa recibían apoyo material y espiritual. Más tarde, en el “hospital· dedicado al Espíritu Santo. Conste que tal designación significaría lo que hoy llamamos albergue, gozaba de muy buena reputación, no sólo entre la población local, sino también entre los peregrinos que llegaban a la ciudad santa. Lutero, quien no dudó en actuar enérgicamente contra la Ciudad Eterna, expresó su reconocimiento por la atención hospitalaria que allí se prestaba, y lo hizo durante su estancia en Roma. Sólo el Hospital del Espíritu Santo, escapó de las duras críticas de Lutero.

 

De todo esto me he enterado recientemente y por tanto advierto el acierto del gesto papal.

 

Quiero misericordia y no sacrificios rituales, dice el Señor (Mt 9, 13). Y la tal virtud es atributo divino.

 

... y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen… Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia… dice Santa María al cantar su felicidad en el himno Magnificat.

 

Por si fuera poco, advierto que la misericordia es nombrada en la Biblia 126 veces.

 

Si me he entretenido en el comentarios a esta virtud es por la actualidad que representa. Sin ignorar que pueda ser, de alguna manera, expresión de vanidad, o maniobra comercial, asombra cada día tener noticia de tantas y tantas instituciones comerciales e industriales que dedican parte de sus capitales o de su tecnología, a ayudar a las víctimas del Convid 19. Y semejante proceder muestran tantos y tantos poderosos.

 

De las instituciones católicas no quiere hablar el gobierno actual y pocos medios le contradicen. Pero no hay que ignorar que no todos, de los que mandan o del simple vecino, ignoran la múltiple respuesta generosa, misericordiosa hay que llamarla hoy, de prestigiosas organizaciones, Caritas, la perla de la Iglesia, hasta diminutas comunidades de clausura que si abandonar la oración, confeccionan simples mascarillas. Es admirable la respuesta. Que cada uno se pregunte si, fiel a tales testimonios, dan muestra de su proceder misericordioso en estos momentos de apuro y busque cual debe ser su oportuna respuesta.

 

(recuerde ahora el dicho de Karl Barth: el cristiano debe cada día leer la Biblia para conocer la petición de Dios y el periódico  para enterarse de las necesidades de los hombres. Y no desdeñar ninguna de ambas cosas, añado yo)

 

Abandono el comentario a las lecturas. Es diáfano su contenido. La descripción de la vida de la primera comunidad cristiana de Jerusalén ha inspirado en todos los tiempos a los fundadores. Lamento que los peregrinos o los viajeros cristianos, generalmente, ignoren y no visiten, por entre las calles de la vieja Jerusalén, a pocos minutos de la Puerta de Damasco, la que es considerada casa de la madre de San Marcos, donde se reunía fervorosa la comunidad de fieles, donde rezando recibieron a San Pedro encarcelado y liberado providencialmente. La misma calle, donde la iglesia está en una esquina, recibe el nombre de St Mark Street. La comunidad siriaca ortodoxa en ella celebra su liturgia y fue allí donde ocurrió el episodio que el evangelio que se proclama en la misa de la presente dominica. Es significativo acudir al culto para escuchar el Padrenuestro en legua siríaca, vasalla se considera del arameo en que lo pronunció Jesús.

 

Y para acabar, recuerden los lectores, que Tomás, como tantas veces nosotros mismos, reclamamos como prueba de veracidad la experiencia de los sentidos: mirar y tocar. Tal criterio conduce a muchos errores. Tomás no dice, ahora que toco compruebo, su intuición le lleva a mucho más, a reconocerlo como Señor y Dios. Mucho más de lo que pretendía.

 

 

 

PANDEMIA

 

No podía  ser una excepción. Los media han hablado y siguen hablando, con más o menos acierto, de los Covid-19. escribiré algo distinto, sin que suponga  menosprecie a lo de los demás.

 

Las epidemias, sin ser exactamente lo mismo, son fenómenos semejantes de diferente extensión.

Mis primeros recuerdos se refieren a la viruela. Me llevó mi padre a las afueras de la población, a la proximidad de una alambrada. La policía impedía acercarse. Allá dentro están los enfermos de viruela, pocos se curan. Supongo que su propósito era educarme en la compasión. Yo estaba vacunado, nada debía temer.

 

Otro más. Grandes carteles lo recordaban, era el tifus exantemático, casi siempre mortal. Lo contagiaba un minúsculo y repugnante insecto áptero, vulgarmente llamado piojo verde.

 

La vacuna logro la extinción total de la viruela, primera vez que la humanidad se libra de una grave enfermedad. Ejemplo que debería estimular respecto a otras enfermedades, todavía sin conseguir total éxito, como la malaria, el sarampión o la lepra. La desaparición de la viruela enseña que es preciso luchar contra el mal con insistencia.  Del tifus, la insistencia en la higiene del cuero cabelludo, el diario repaso con la peineta, además de impedir que sus larvas invadieran la pelambre, fomentó el hábito de la higiene.

 

La invasión de los coronavirus, su realidad pandémica, terrible mal, ha suscitado la generosidad y valentía de muchísimos. Se recordará en la historia sus malignas consecuencias, pero ha crecido la valoración de los sanitarios y estimulado la bondad de tantos generosos voluntarios. Quedará anotada en los registros del Cielo, la misericordia que tantos han  practicado, arriesgándose. 

 

Los virus son imágenes analógicas de los espíritus malignos y como ellos son ambiciosos, no hay que rendirse.

 

Pero se ha introducido en el campo de la bondad el egoísmo en forma de dañina política egoísta o el comercio abusivo.