EL OTRO PEREGRINO
Domingo 3º de
Pascua. A
“A Jesús lo
resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos” (Hech 2,32). Ese es el
núcleo del mensaje que Simón Pedro dirige a los judíos, a los habitantes de
Jerusalén y a los peregrinos que han llegado a la ciudad para la celebración de
la fiesta de Pentecostés.
• Pedro recuerda
la misión y la obra de Jesús, al que Dios acreditó con los milagros y prodigios
que fue realizando a la vista de todos.
• Proclama que
aunque muchos de sus oyentes colaboraron para que Jesús fuera condenado a
muerte de cruz, Dios lo resucitó de entre los muertos.
• Y, finalmente afirma que los discípulos han
recibido el Espíritu Santo para dar testimonio de la resurrección de Jesús, que
es el Mesías esperado.
Según la primera
carta de Pedro, los cristianos saben que su fe y su esperanza se apoyan en el
Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (1 Pe 1,18-21).
NUESTRA ILUSIÓN
El evangelio que
se proclama en este tercer domingo de Pascua es un bello resumen de la
catequesis cristiana (Lc 24,13-36). En él se recuerda el doble camino de dos
discípulos de Jesús. Mientras se alejan de Jerusalén comparten la amarga
experiencia del desaliento. Aquel en quien habían creído ha muerto. Y con él ha
muerto su esperanza.
En esos dos
peregrinos se ve reflejada la actitud de muchas personas de este mundo y de
este tiempo. Durante algún tiempo han depositado las razones para vivir y para
esperar en la economía, en la técnica, en los medios de comunicación, en los dirigentes
políticos. Y de pronto, perciben que esos pretendidos fundamentos carecen de
raíces.
Algunos de ellos
manifiestan que comprenden que la fe de los cristianos les parece honrada y
plausible. Pero simplemente no les interesa. Han decidido dejar atrás la fe que
recibieron y los relatos en los que parecía apoyarse. Prefieren hacer su propio
camino, aunque no les entusiasme. El camino de Jerusalén a Emaús refleja una
ilusión que ha quedado bruscamente frustrada.
NUESTRA DEBILIDAD
Pero los
discípulos que se dirigen a Emaús, todavía conservan la capacidad para escuchar
y aceptar una corrección por parte de un extraño compañero de camino.
• También en este
tiempo, ese otro peregrino se presta a acompañarnos por el camino y a escuchar
nuestro lamento.
• También en esta
hora, ese peregrino misterioso está decidido a ayudarnos a recordar las
palabras que dieron sentido a nuestra vida.
• También en este
momento, ese peregino tiene palabas que pueden estimularnos y calentar nuestro
corazón.
• También hoy, ese
peregrino acepta compartir nuestra cena,
y puede transformar nuestro pan en fuente de vida, de luz y de sentido.
- Señor
Jesucristo, tú sabes que también nosotos hemos visto derrumbarse el edificio
que creíamos haber construido para que nos albergara. Tú ves que la pandemia ha
venido a revelar nuestra debilidad y a fomentar en nosotros la desesperanza.
Ayúdanos a reconoer tu presencia, a escuchar tu palabra y a recorrer el camino
alimentados por tu pan. Amén.
José-Román
Flecha Andrés