QUÉDATE CON
NOSOTROS
Domingo tercero de
Pascua. A
“Quédate con
nosotros porque atardece y el día va de caída”
(Lc 24,29)
Señor Jesús, tú proclamaste dichosos a los
que no se escandalizaran de ti, es decir a los que no esperaran de ti un Mesías
a la medida de sus deseos e intereses.
Todos esos quedarían decepcionados algún día, ante el fracaso de la cruz.
Pues bien, no quedaron decepcionados por
ti los sacerdotes, los escribas y los fariseos, los principales del pueblo. Ellos
comprendieron bien lo que pretendías y por eso te rechazaron.
Se sintieron decepcionados los que te
habían seguido por los caminos, los que habían disfrutado del pan y los
pescados que tú les repartías en una tarde de primavera.
Se sintieron decepcionados los que te
habían oído anunciar la llegada del Reino de Dios, los que no tenían odres nuevos
para el vino nuevo.
Se sintieron decepcionados por ti los que esperaban
un agua y un pan que les garantizara la vida eterna y supieron que tú padecías de
hambre y de sed.
Pero hoy los decepcionados no son los
otros, los de fuera, los ateos, los no creyentes, los que han abandonado la fe
y los alejados.
Los decepcionados somos los que hemos sido
llamados por ti, los que hemos escuchado tu mensaje y te hemos acompañado por
los caminos.
Los decepcionados somos los que no hemos
querido acompañarte cuando eras condenado por
blasfemo y acusado de soliviantar al pueblo.
Sin embargo, tu has querido salir a
nuestro encuentro. Nos has interpelado duramente, pero has sabido inflamar
nuestro corazón al escuchar tu palabra.
Tenemos miedo a las tinieblas que nos
ciegan. Nos aterra esta soledad que despierta la mordedura de nuestras culpas
pasadas y el temor ante un futuro que se muestra siempre hostil.
Señor Jesús, seguramente tú no eres el que
habíamos imaginado. Pero tu ausencia suscita en nosotros la añoranza. Y el
deseo de encontrarte de nuevo y para siempre.
“Quédate con nosotros porque atardece y el
día va de caída”. Amén.
José-Román Flecha
Andrés