LUNES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA
Padre Arnaldo Bazan


"Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos. Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan. Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?“ Jesús les respondió: “ En verdad, en verdad les digo: ustedes me buscan, no porque han visto señales, sino porque han comido de los panes y se han saciado. Obren, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello"(Juan 6,22-27).

Una de las enseñanzas que Jesús nos vino a dar fue que este mundo pasa, por lo que no podemos poner nuestras ilusiones ni esperanzas en él.

Ciertamente tenemos que comer. El mismo nos enseñó a pedir al Padre el pan nuestro de cada día. Pero si mientras estemos en la tierra es importante el pan material, El también nos vino a enseñar que hay otro pan, que no es material, y que tiene que ser para nosotros el más importante.

El ser humano lucha y trabaja, en primer lugar, para sobrevivir. Para eso necesita alimento. Gran parte del salario de una persona se gasta en comida.

Pero Jesús nos dice que nuestro afán debe ponerse en un alimento que da vida eterna, no en la que sólo sostiene la vida física por un período de tiempo.

Por eso nos revela que sólo El tiene este pan. Y que este pan será nada menos que El mismo. Y promete que nos dará este pan para que tengamos vida eterna, es decir, una que nunca termina.

No podemos juzgar la extrañeza que sus palabras causaron en sus oyentes. Si hubiéramos estado presentes seguramente nos habría ocurrido lo mismo.

Se trata de algo tan inaudito y extraordinario, que no lo podemos concebir así de pronto. En primer lugar tenemos que aceptar que quien nos habla de este otro pan tiene poder para dárnoslo. De ahí que sólo podemos estar capacitados para entender que esto es posible, si aceptamos que quien nos lo dice es Dios.

Sólo la fe en Jesucristo es la que nos capacita para creer que un pedazo de pan, no importa la forma que tenga, puede ser transformado en algo más que un producto hecho con harina de trigo.

Sólo la fe nos abre los ojos interiores para descubrir lo dichosos que somos, al poder recibir este pan que nos da un ansia incontenible de vida abundante en Dios. Este pan sólo nos lo da Jesús.

Arnaldo Bazán