JUEVES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA, Ciclo A
Padre Arnaldo  



“Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad les digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo”(Juan 6,44-51).

Las palabras de Jesús no dejan lugar a dudas. El no es un loco o un parlanchín dispuesto a engañar a la gente con palabras ininteligibles. El es el Hijo de Dios.

Por eso cuando afirma que es el pan de vida tenemos que tomarlo muy en serio.

Y si no, ¿para qué usó una frase así? ¿Sería para suscitar falsas esperanzas o para confundir a los que lo escuchaban?

Aquí no hay vuelta de hoja: o lo tomamos como suena o se trata de una engaño intolerable.

Porque, además, no se trata de un pan cualquiera, sino uno que confiere al que lo come inmortalidad.

Y para que no queden dudas lo compara a aquel otro pan que fue el maná. Dice el libro del Exodo: Yahvé dijo a Moisés:”Voy a hacerles llover comida de lo alto de los cielos. El pueblo saldrá a recoger cada día la porción necesaria para ponerle yo a prueba, viendo si marcha o no según la ley (16, 4-5).

Y poco más adelante: Los israelitas dieron a este alimento el nombre de “maná”. Era parecido a la semilla del cilantro, blanco, y tenía un sabor como de torta de harina de trigo amasada con miel (16,31).

Este fue el alimento que, por cuarenta años, comieron los israelitas durante su travesía por el desierto.

Se ha visto en él una figura de la Eucaristía, pues así como tal alimento sostuvo a los israelitas en su peregrinación, así también el pan eucarístico es el sostén de los cristianos en su caminar hacia la verdadera Patria Prometida, es decir, la Casa de Dios, el Cielo.

No juega Jesús con palabras bonitas para ganar discípulos. Nunca ha habido líder alguno que haya sido más claro en sus proposiciones.

El nos ofrece la Gloria, pero también el sufrimiento, la persecución, las calumnias y hasta la muerte. Alguien así no podía decirnos una cosa por otra. Pan de Vida significa sólo eso. Jesús es el que da la vida verdadera a quien la busque.

Arnaldo Bazán