DESCAMINADOS

Domingo 5º de Pascua. A

 

 “Al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas” (Hech 6,1). Así comienza la primera lectura de este domingo quinto de Pascua. Es este un relato lleno de lecciones también para nosotros.

En primer lugar, vemos que la comunidad cristiana primitiva acoge a gentes de diferentes lenguas y culturas. La primera crisis no procede de la diversidad de creencias o de una herejía, sino de un problema práctico, referido a la justicia y a la convivencia.

En segundo lugar, esa crisis se soluciona por medio del diálogo fraterno y por el reparto de responsabilidades. Una dificultad práctica da origen a una institución nueva, como el diaconado. También hoy la Iglesia ha de  estar atenta a los “signos de los tiempos”.

En realidad, solo la fe en Jesucristo, piedra angular de la Iglesia, nos ayudará a vivir como pueblo adquirido por Dios para anunciar a todos los vientos el gozo de haber sido llamados de las tinieblas para vivir en una luz maravillosa (1 Pe 2,9).

 

NO SABEMOS EL CAMINO

 

El evangelio que hoy se proclama nos lleva de nuevo a la sala de la última cena de Jesús con sus discípulos (Jn 14,1-12). De nuevo escuchamos otra dificultad del apóstol  Tomás, que dice a Jesús: “Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?”

En estos tiempos, el acoso de las ideologías, la presión de la publicidad y la autosuficiencia de los intelectuales, que ya denunciaba el filósofo Karl R. Popper, ha llevado a mucha gente a sentirse desorientada. Son muchas las personas que tienen la impresión de  no saber qué camino seguir para vivir en serenidad y alcanzar la paz y la justicia.

Además,  el fulgurante estallido de una pandemia universal como la del COVID 19 nos ha obligado a vivir aislados por varias semanas, a replegarnos sobre nosotros mismos, a asistir impotentes a la muerte de muchos familiares y amigos. Más que nunca nos hemos sentido desorientados y sin saber el camino que había que tomar.

 

PERO JESÚS NOS ORIENTA

 

En el capítulo 10 del Evangelio de Juan, Jesús se presentaba como la puerta del redil, que ofrece a sus ovejas defensa y libertad. En el capítulo 14 Jesús muestra el sendero para llegar a su Padre, que es también nuestro Padre.  Una triple revelación del sentido de la vida y y una triple protesta contra las infamias que nos seducen: 

• “Yo soy el camino”.  Corremos el riesgo de desviarnos cuando tratamos de seguir los caminos que nos señala nuestra autosuficiencia. Con demasiada frecuencia aceptamos sin rechistar las pistas que nos presentan los interesados en desorientarnos.   

• “Yo soy la verdad”. Tenemos el peligro de repetir rutinariamente que “nada es verdad y mentira; que todo es del color del cristial con que se mira”. Nos tragamos ingenuamente las mentiras que se nos ofrecen y caemos en un relativismo infame.   

• “Yo soy la vida”. Ya no hay duda de que estamos viviendo en una “cultura de la muerte”. Se ha convertido en un inmundo negocio dar muerte a los no nacidos, a los mayores, a las víctimas de la droga o a los secuestrados en una parte y otra del mundo. 

- Señor Jesús, que tu Espíritu nos ayude a superar las tentaciones que nos esclavizan. Te necesitamos a ti para no andar descaminados. Necesitamos tu orientación para poder seguir con alegría tu camino, para aceptar y proclamar con valentía tu verdad y para difundir en nuestro tiempo la cultura de la vida. Amén.

José-Román Flecha Andrés