DEFENSOR-ESTIMULADOR-ANIMADOR-DIOCRIDAD
VI Domingo de Pascua, Ciclo A
Padre Pedrojosé
Ynaraja Díaz
Los
50 días del tiempo pascual deberían ser anímicamente jornadas alegres. La
cuaresma es temporada de austeridad, de limpieza y puesta en orden. La oración,
el ayuno y la penitencia. El Triduo Pascual, iniciado el Jueves Santo al
atardecer y culmina la Noche de Pascua, el zenit espiritual del cristiano.
Acompaña la correspondiente octava.
Pero
una semana es poco, de aquí que se prolongue en los 50 días siguientes hasta
cerrarse en el sobresaliente día de Pentecostés.
(si nos remontamos a épocas prehistóricas
de cultura agrícola, convertiríamos estos contenidos en la ocupación de
la siega de la cebada y el consiguiente ofrecimiento a la, o las, divinidades,
de las primeras espigas de este humilde cereal. Humilde en aquellos tiempos, su
valor según el texto del Apocalipsis, era equivalente a un tercio del precio
del trigo. La siega con la hoz en una mano que cortaba el tallo y la otra
aprisionando las espigas que amontonaba en las gavillas, para después ser
trillada y beldada, era labor minuciosa y de larga duración, los 7 x 7 días de
acuerdo con las mediciones típicas. Acabada esta faena, se iniciaba la del
cereal rey, el trigo. De nuevo el ofrecimiento a la, o las, divinidades.
Satisfecho de la cosecha que le mantendría durante todo el año, celebraba
fiesta grande, Shavuot, pero no
demasiado duradera, faltaba completar el ciclo y emplearse en la vendimia. Cuando
el caldo hubiera brevemente descansado en el lagar, dormía poco después
envejeciéndose se en ánforas o en toneles, en la oscuridad tibia de las
bodegas. Solo entonces la fiesta, de poco contenido teológico, gozaba de
grandes jolgorios y mayor duración alegre. Dispénseme el lector por esta
exposición que le puede parecer pura erudición. Si la he integrado en este
comentario, que debería ceñirse a homilía, se debe a mi propósito de dar
dimensión y realce humano, a la historia de la Salvación. Añado que las faenas
descritas, que ya se conocían en tiempos de Abraham, las he conocido yo en mi
niñez y por ser sobrino de mi tío, respecto al cultivo del cereal, o ahijado de
mi padrino, en lo correspondiente a la uva, se me permitió participar en tales
labores, que ahora disfruto recordándolas y sintiéndome agradecido a quienes me
permitieron participar. Las vivencias infantiles en Bobadilla del Campo y Pozaldez, son excelente complemento a las lecciones de
Sagrada Escritura que posteriormente recibí en el seminario y que hasta ahora
continúo).
La
vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, al que reconocemos como Señor
nuestro, es el cuerpo de la Fe cristiana. Conocerlo es función de la
catequesis. Se supone que el bautismo introdujo a la persona en la Iglesia,
Esposa de Cristo, ahora bien, comprobamos frecuentemente acomplejados,
que poco de ello damos testimonio. ¡alerta! Que en el
fragmento de la carta de Pedro que se proclama en la misa de este domingo, se
nos pide que estemos dispuestos siempre a dar razón de nuestra esperanza.
Si,
sinceramente, reconocemos nuestra mediocridad, que no nos satisface, ¿qué es,
pues, lo que nos falta?
Acudo
a una comparación con un producto del que estos días nos hablan los medios,
aconsejándonos a los que sufrimos confinamiento, consecuencia de la pandemia.
Se nos recomienda que no olvidemos la necesidad de la vitamina D para conservar
la salud. Se nos dice que nuestro mismo cuerpo la elabora, pero que precisa de
los rayos solares, más concretamente la banda ultravioleta, para sintetizarla
totalmente. Resulta, pues, que la luz del sol es alimento y salud, que vigoriza
funciones biológicas fundamentales, que la digestión no proporciona
suficientemente.
Poco
a poco los textos litúrgicos nos van introduciendo en el sobrenatural fenómeno
de la venida del Espíritu Santo. Estad atentos cuando escuchéis en la misa su
proclamación.
Personalmente,
si Dios quiere y los coronavirus lo permiten, os ofreceré la jornada de
Pentecostés, un texto meditado y unas ilustraciones que he ido recogiendo y
guardando con ilusión.
De
poco valdrán mis estudios y aficiones, mi buena voluntad e ilusiones, si
no me ampara el Espíritu Santo, que es defensor, estimulador y animador.
Sea
cual sea la situación respecto a la salud personal, o la legislación gubernamental
cívica, no dejéis de preparar para este final de mes, la gran fiesta.
Y
que el Paráclito nos enriquezca.
¡Aleluya!
¡Aleluya!