UN AMOR DE VERDAD
Domingo 6º de Pascua. A
“Si me amáis, guardaréis mis
mandamientos”
(Jn 14,15)
Señor Jesús, en este tiempo nuestro hemos
trivializado de forma vergonzosa todo lo que se refiere al amor.
En
el amplio ambiente de la publicidad nos venden todo tipo de banderolas, cartelones
o prendas de vestir en las que se proclama que la persona ama a una ciudad, un
paisaje, una obra musical, un dulce o unos dibujos de moda. Para ello se limitan a estampar una silueta
roja que pretende representar un corazón.
Por
otra parte, hay personas que presumen de no tener prejuicios contra nadie.
Proclaman a los cuatro vientos que aman
“a todo el mundo”. Ganas nos dan de ir preguntando a todos los que conocemos para
indagar si de verdad se sienten amados por ese amador universal.
Pero
encontramos también a personas que pregonan justamente lo contrario. Solo aman
a los que consideran afines, tanto en los orígenes, la nacionalidad o la lengua
cuanto en las aficiones artísticas o deportivas o en la militancia política. Y,
con la misma intensidad que dicen amar a los suyos, manifiestan el odio a todos
los demás.
Todo
esto es lamentable. Pero más triste es que ignoremos el amor que tú demostraste
a las gentes durante tu vida terrena. El amor que se manifestó en tu compasión
y ternura, en tu misericordia y perdón. El amor con el que fuiste guiando a tus
seguidores para que conocieran al Padre de los cielos.
Y
es igualmente triste que digamos amarte, aun cuando ignoramos tu palabra,
cuando nos negamos a seguir tus pasos, cuando no te reconocemos ni te ayudamos
en los pequeños, en los pobres y en los marginados.
Tú
nos dijiste que solo el cumlimiento de tus mandamientos puede demostrar la
verdad de ese amor que decimos profesarte. Y bien sabemos que tus mandamientos
se reducen a uno solo: a amar a los demás como tú nos has amado: es decir hasta
la entrega de la vida.
A
pesar de todo, tú sabes bien que deseamos llegar a amarte de verdad. Amén.
José-Román Flecha Andrés