ACOMPAÑADOS POR TI
Ascensión del
Señor. A
24 de mayo de 2020
“Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los
tiempos”
(Mt 28,20)
Señor Jesús, tus discípulos habían imaginado
que contigo había llegado la hora de la liberación definitiva de su pueblo. No
es extraño que se preguntaran qué papel les correspondía a ellos en aquella
empresa que imaginaban gloriosa. Es comprensible que discutieran sobre el
puesto de honor que les podía corresponder.
Tu detención y tu muerte les demostró que nada
de lo que habian imaginado se podría realizar. De pronto se encontraban
fracasados.
Con todo, la certeza
de que tú habías vencido a la muerte encendía en ellos el deseo de comunicar el
misterio de tu vida y la riqueza de tu mensaje.
Sin duda se preguntarían
qué hacer y por dónde comenzar. Pero en su memoria quedaba y se repetía
insistentemente tu última promesa: “Yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos”.
El sentimiento de
orfandad ha afectado a tus discípulos a lo largo de los siglos. Y nosotros no
habíamos de ser la excepción. Una y mil veces nos asaltan el miedo, el vértigo
y el horror al vacío.
Nos apoyamos en
nuestra experiencia y en nuestros estudios, en los planes diseñados por
nuestros expertos y en los esquemas de trabajo que preparan nuestros
pensadores. Pero una y otra vez descubrimos que la tarea es demasiado pesada
para nuestra debilidad.
Señor Jesús, bien
sabemos que nuestra oración no es fruto de una nostalgia. Tú no eres para
nosotros ni una sombra del pasado ni una ilusión de futuro. Te encontramos en
los desafíos del presente.
Creemos que tú estas
con nosotros todos los días. En los éxitos aparentes y en los aparentes
fracasos. Tú nos has enviado a todas las periferias del mundo. Tú conoces
nuestro esfuerzo y nuestro desaliento.
Solo tú puedes valorar
los resultados de esta misión que nos has confiado. Y solo tú puedes ayudarnos
a dar razón de nuestra esperanza. Bendito seas por siempre, Señor. Amén.
José-Román Flecha
Andrés