TIEMPO
ORDINARIO – DOMINGO XIV A
(5-julio-2020)
Jorge Humberto Peláez S.J.
En búsqueda de nuevos
modelos de liderazgo y de ciudadanía
ü Lecturas:
o Profeta
Zacarías 9, 9-10
o Carta
de san Pablo a los Romanos 8, 9. 11-13
o Mateo
11, 25-30
ü Hace
algunos días estuve meditando en el Magníficat,
ese bellísimo himno de acción de gracias que pronuncia la Virgen María como
respuesta a las palabras de saludo que le dirige su prima Isabel: “Proclama mi
alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”. En su
oración, María reconoce la acción de Dios, “que ha puesto los ojos en la
humildad de su esclava”.
ü Aunque
hayamos recitado muchas veces este himno de acción de gracias, contiene unas
expresiones que, en la coyuntura actual, tienen una particular significación:
“Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del
trono a los poderosos y enaltece a los humildes”.
ü Estas
palabras adquieren un significado muy particular en las actuales circunstancias
que vive la humanidad. Hasta hace pocos meses, estábamos acostumbrados a que las leyes de mercado eran las que
dictaminaban el ritmo de la actividad económica en el mundo entero. De un
momento a otro, terminó el reino del mercado.
ü Un
enemigo invisible, microscópico, originado en una plaza de mercado de China,
trastornó la economía del mundo. Las fábricas, los almacenes y los aeropuertos
tuvieron que cerrar. Entramos en cuarentena y se desplomaron las Bolsas de
Valores del mundo entero, empezando por los más ricos y luego todos los países
emergentes: China, los países de la Unión Europea, Estados Unidos, Brasil… Ante
este cataclismo mundial, resuenan con particular fuerza las palabras del himno
del Magníficat: “Dispersa a los
soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos…”
ü Frente
a este enemigo arrasador, de nada han servido las armas nucleares, los misiles
intercontinentales, los tanques blindados que hace pocos días desfilaban por la
Plaza Roja, en Moscú, en la conmemoración de los 75 años de la rendición de
Alemania, que puso fin a la II Guerra Mundial. Ante el desconcierto de la comunidad
científica internacional, que busca febrilmente una vacuna, las únicas acciones
que logran frenar la propagación del virus son las más simples: distancia
social, lavado de manos, uso de tapabocas.
ü En
medio de una sociedad súper sofisticada, en las que los grandes protagonistas
habían sido la Inteligencia Artificial, la ciencia de los Datos y Blockchain,
tuvimos que regresar a lo básico. ¡Ironías de la vida! La solución inmediata
está en lo simple. La solución definitiva, si es que existe, la encontrarán los
científicos en sus laboratorios. Hasta que aparezca otro virus mortal, consecuencia
del envenenamiento del planeta por la acción humana.
ü Por
eso son tan pertinentes los mensajes que nos comunican las lecturas de XIV
domingo del Tiempo Ordinario. En ellas encontramos un vigoroso llamado a la
sencillez, a la simplicidad, a la humildad. Estas palabras sonaban, hasta hace
pocos meses, extrañas y distantes. Pero desde que el coronavirus nos puso en
cuarentena y frenó bruscamente la actividad económica, destronando a las leyes
del mercado como reguladoras de la actividad humana, empezamos a pensar de una
manera diferente.
ü ¿Cómo
expresa ese mensaje de sencillez y humildad el profeta Zacarías? El profeta
describe, de una manera muy particular, el perfil del rey, que es el símbolo
del poder del Estado. El retrato trazado por el profeta contradice lo que hemos
leído en los libros de historia: “Mira a tu rey, que viene a ti justo y
victorioso, modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica. Destruirá
los carros de Efraím, los caballos de Jerusalén; romperá los arcos guerreros, dictará
la paz a las naciones”.
ü El
profeta, que vivió en el siglo VI AC, describe, en un lenguaje simbólico, el
liderazgo diferente que ejercerá el rey mesiánico. Este texto, leído desde el
Nuevo Testamento, evoca la figura de Jesús y el liderazgo absolutamente diferente
que ejerció. Ciertamente, Jesús es rey, pero despojado de la arrogancia de los
poderosos de este mundo. Entró solemnemente en Jerusalén, la capital política y
religiosa del pueblo de Israel, montado en un burro y aclamado por los pobres y
los niños. El reinado de Jesús hizo de los más vulnerables sus preferidos y
pasó haciendo el bien a los enfermos y necesitados.
ü Esta
escena que presenta el profeta Zacarías es una invitación a revisar el rol de
los líderes en la sociedad. Para poder resolver los grandes problemas que
afrontamos, necesitamos líderes que convoquen, que estén sintonizados con los
problemas de la gente sencilla, que propongan un proyecto de país que nos
permita unirnos y avanzar juntos. Estamos hastiados de los egos y de las
vanidades personales de nuestros dirigentes. Necesitamos una comprensión
diferente de lo que significa ser funcionario público, que privilegie el bien
común.
ü Esta
propuesta del profeta Zacarías sobre un perfil diferente de líder (rey), cuyos
rasgos son la humildad, la sencillez, la cercanía, la voluntad de servicio, se
ve reforzada por el texto del evangelista Mateo, quien recoge unas elocuentes
palabras de Jesús, en las que denuncia el orgullo y la prepotencia, y alaba la
sencillez de corazón que nos abre a la verdad y al conocimiento: “Te doy
gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los
sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla”.
ü Con
frecuencia, los científicos y académicos son personas arrogantes pues se sienten
poseedoras de la verdad y menosprecian la opinión de los demás. El verdadero sabio
vive en una búsqueda continua de la verdad. Cada respuesta que encuentra se
convierte en una nueva pregunta. Y es consciente de que el conocimiento no se origina
exclusivamente en los laboratorios y bibliotecas. También las personas
sencillas, que no han tenido acceso a los centros de educación superior, son
poseedoras de una sabiduría que han ido adquiriendo en la universidad de la
vida.
ü El
Covid-19, que tantos estragos está causando, es fuente de profundas
reflexiones. Está mostrando que el mercado no es el árbitro supremo; hay otros
factores, hasta ahora menospreciados, que inciden en la calidad de vida de los
ciudadanos: el cuidado mutuo, la solidaridad, la administración responsable de
la Casa Común, los pobres, la capacidad de escuchar e interpretar los gritos de
los pobres y de la tierra.
ü Hasta
esta amarga experiencia, la sociedad de consumo y su modelo económico se sentían
triunfantes. Pero todo cambió bruscamente. Nos sentimos amenazados. Busquemos, con
humildad, nuevos caminos de cooperación. Reconozcamos que estábamos
equivocados. El orgullo nos tenía enceguecidos. Necesitamos un nuevo estilo de liderazgo
y un nuevo modelo de ciudadanía. Volvamos a los valores básicos de la
existencia.