ANTE EL
HAMBRE DEL MUNDO
Domingo
18º del Tiempo Ordinario. A
2 de
agosto de 2020
“No
hace falta que se vayan. Dadles vosotros de comer”
(Mt 14,16)
Señor Jesús, no
deberíamos separar estas dos frases que el evangelio pone en tus labios. Las
dos se complementan. Y las dos nos interpelan vivamente.
Parece que tus
discípulos con frecuencia intentaban apartar a los que se dirigían a ti con un
ruego apremiante, como la mujer sirofenicia o el ciego del camino de Jericó.
También pensaban despedir a las multitudes que te seguían, para que fueran a comprar algo que comer.
• “No hace falta
que se vayan”. Esa fue tu respuesta. Evidentemente tú querías mantener cerca de
ti a los que deseaban exponerte sus necesidades. La misericordia no se
compagina con la indiferencia y menos aún con el rechazo de los que sufren y
esperan compasión.
Ante una situación
de crisis, tanto sanitaria como económica, muchos tratamos de desentendernos de
las personas que padecen contagios y aislamientos, despidos y penurias.
Olvidamos que por sí mismas no pueden encontrar una solución a sus problemas.
• “Dadles
vosotros de comer”. Se ha dicho con razón que el pecado de hoy es la
irresponsabilidad colectiva. Solo los ingenuos o los colgados de una ideología se atreven a negar el azote de los males que
afligen a las gentes.
Por desgracia
pensamos que la solución ha de llegar de
otras partes. No creemos que nuestras acciones y omisiones se cuentan entre las
causas de los desequilibrios sociales. Menos aún admitimos que podemos colaborar para el hallazgo de las
soluciones.
Entre las obras
de misericordia figuran la de dar de comer al
hambriento y la de dar de beber al sediento. Ambas entrarán en el protocolo por
el cual seremos juzgados todos los humanos, creyentes o no creyentes.
Pero tú, Señor, nos
dices que “no solo de pan vive el hombre”. Despierta tú nuestra generosidad.
Todos podemos compartir lo mucho o poco que tenemos. Y bien sabemos que tenemos
algo más que panes y pescados.
José-Román
Flecha Andrés