DOMINGO XVIII   ( A )   (Mateo, 14, 13-21)

 

- La escena de la multiplicación de los panes y los peces quiere ser como:

            - Una invitación a la confianza en la Divina Providencia.

            - Y una referencia a las reglas bajo las que actúa esa Providencia.

 

- Ante el problema que se presenta: una multitud en descampado sin tener qué comer, contrastan las diferentes reacciones, de Jesús y de sus discípulos.

 

- ¿Cual es la reacción de los discípulos? ¡Para qué vamos a engañarnos!,  más ó menos, la que podía haber sido la nuestra: “¡Señor, despídelos......!

   ¡En infinidad de ocasiones nosotros hemos reaccionado así! Hasta tenemos estereotipadas respuestas como…: 4¡Ese es su problema!”; “¡Cada palo, aguante su vela!”. Y así,  ¡nos quitamos el “mochuelo” de encima!

 

- Sin embargo, Jesús reacciona de forma bien distinta y nos da una gran lección: Nos enseña que, no hay que desentenderse de los problemas de los demás, porque esa no es una actitud cristiana. Ni siquiera cuando el problema, por sus dimensiones, nos desborde. Su reacción fue bien distinta:

            “Dadle vosotros de comer”

   Y, a continuación pide una colaboración, aparentemente insignificante, pero necesaria e importante para provocar su milagrosa intervención.

“¿Que tenéis por ahí”?

  Y, tras aquel gesto de generosidad de aquel joven que le acompañaba:

            - Que comparte lo que tiene: sus cinco panes y dos peces.

            - Se realiza la milagrosa intervención de Jesús.

¡Cuantos milagros dejarán de realizarse porque nos faltó a nosotros la generosidad de compartir nuestros “cinco panes y dos peces”!

     - Aquel gesto generoso puso de manifiesto esas sorprendentes “matemáticas de Dios” a las que se refiere San Josemaría en Camino, 421:

            “En las empresas apostólicas está bien – y es un deber - que        consideres tus medios terrenos (2+2=4), pero no olvides nunca que has de contar, por fortuna, con otro sumando: 2+2+Dios....”

- Y no consideres esta, una anécdota fantástica, que nada tuviera que ver con nuestra vida ordinaria. Esta escena puede ser una experiencia que podemos protagonizar cualquiera de nosotros, en los acontecimientos ordinarios de nuestra vida, si estamos dispuestos a  poner los dos peces de nuestras posibilidades y  a confiar en Dios porque, ¡El nunca defrauda!

(El Pequeño Cottolengo vive de una fe y caridad inextinguibles).    Guillermo

 

 

               P R O E M I O              XVIII Dom. T.O. A  2020

              

        Nos viene muy bien “darnos un baño” de este don divino que es, la realidad de la Providencia Divina, y de los términos en los que Dios, Todopoderoso, quiere ejercer ese  cuidado amoroso sobre sus criaturas,  contando siempre con nuestra pobre, pero indispensable, colaboración humana.

        ¡Es sorprendente que, sin aquellos ridículos, pero generosos, cinco panes y dos peces, no habría habido milagro aquel día!

        Tal vez, inspirado en escenas como esta del Evangelio, nos dejaría escrito San Josemaría pensamientos como este: “De que tú yo nos portemos como Dios  quiere, dependen muchas cosas grandes”,  (Camino, nº 755)

                                                                                                  Guillermo