VIGESIMO PRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

                                       (Año Par. Ciclo A)

 

Lecturas bíblicas:

Abrimos nuestra Biblia y buscamos las lecturas del próximo domingo:

a.- Is. 22, 19-23: Colgaré de su hombre la llave del palacio de David.

b.- Rm. 11, 33-36: Él es origen, guía y meta del universo.

c.- Mt. 16, 13-20: Tú eres Pedro y te daré las llaves del reino de los Cielos.

Esquema

1.- Invocación al Espíritu Santo para que sea ÉL quien ore en nosotros: V.- Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. R.- Envía Señor tu Espíritu. Y todas cosas serán creadas. Oremos. Oh Dios que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo haznos dóciles a tus inspiraciones para que gustemos el bien y gocemos siempre de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

2.- Acto Penitencial: Pedimos perdón al Señor, antes de escuchar su Palabra, de todo lo que nos ha impedido orar durante esta semana. Perdón Señor….

3.- Oración colecta: ¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo, inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor.

4.- Lectio divina: Una vez que tenemos nuestras tres lecturas las leeremos y escrutaremos, es decir, investigamos cuál es la idea central de cada una de ellas y la anotamos en nuestro cuaderno. La Lectio la haremos sólo del Evangelio.

a.- ¿Qué dice el texto? Leemos el Evangelio del próximo domingo.

 - “Les hizo esta pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice los hombres que es el Hijo del Hombre?” (Mt.16,13s).

Este evangelio nos presenta el diálogo de Jesús con sus discípulos y la confesión de Pedro (vv.13-16), y Jesús revea la nueva identidad de Pedro (vv.17-20). La escena está localizada en Cesarea de Filipo (cfr. Mc. 8, 27-30), donde se dirige Jesús con los suyos e inicia un diálogo con sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (v.13). Eran los apóstoles los que recibían las impresiones de las muchedumbres, de las gentes sencillas: para unos Jesús era, Juan Bautista resucitado (v.14; cfr. Mt. 14,2; Lc. 9,7); para otros era Elías (cfr. Lc. 9,8), manteniendo la opinión popular que el profeta estaba vivo que debía venir a reconocer y ungir al Mesías, finalmente para otros era Jeremías (cfr.2 M 1,12) o alguno de los grandes profetas (Mt.13,57). Extraña que nadie dijese, por boca de los apóstoles, que Jesús fuera reconocido por las gentes como el Mesías prometido, aunque algunos ya lo habían intuido (cfr. Mt. 9,27; 12, 23; 15, 22; Jn. 6, 14-15).

- “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mt.16, 15).

Ahora, la pregunta del Maestro, va dirigida directamente a los apóstoles. ¿Qué piensan ellos acerca de Jesús? (v.20) Llevan con ÉL, cerca de dos años, cuál es la impresión, lo que han comprendido, de su persona, palabras y milagros. Simón Pedro responde en nombre de los Doce, en manera extraordinaria y formidable: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo” (v.16; Mc. 8, 30; Lc. 9,18). Ya Simón Pedro había hecho una confesión semejante cuando Jesús caminó sobre las aguas (cfr. Mt.14,22-23). A esta confesión del apóstol, sigue una promesa a Simón Pedro. Aunque la confesión es correcta, el tipo de mesianismo que conlleva no lo aceptará el propio Pedro (cfr. Mt.16, 21-28; Mc.8,27-28). Los términos usados por Simón Pedro, remiten a la pasión de Cristo, de hecho comienzan a subir a Jerusalén donde la padecerá (cfr. Mt.26,63). Promesas a Pedro. Jesús llama beato a Simón Pedro, no sólo porque lo que ha dicho, sino por que eso tiene su fuente en Dios Padre (v.17; cfr. Mt.11,25-30; 13,16). Primera promesa: “Tú eres Pedro, sobre esta peña edificaré mi Iglesia, y las puertas del averno no podrán contra ella” (v.18).  Jesús construirá sobre la roca, sobre la fe de Pedro, lo que habla de estabilidad, que también se dirá de los apóstoles (cfr. Mt.7,24; 1Cor.1,12;2,22;9,5;15,5; Gál.1,16-16.18-19; 114,14; Ef. 2,20; Ap.21,14). La Iglesia se funda sobre la fe de los que crean en Jesús, como Hijo de Dios. Segunda promesa. Le promete que las puertas del infierno, no podrán contra ella, es decir, las puertas del Hades o de la muerte no vencerán a la Iglesia (v.18; cfr. Is. 38, 10; cfr. Sal. 16,13). Más tarde este lugar de la muerte se convirtió en lugar de condenados y demonios, reino del mal hostil a la Iglesia (cfr. Col. 1,13; Ef. 6,12), pero, que asegura la victoria definitiva de la comunidad eclesial, sobre el mal. La muerte, la infidelidad y todos los adversarios no podrán vencer la fe, no podrá vencer a la Iglesia, porque está edificada sobre la piedra angular, la roca firme, que es Jesucristo. Nada nos podrá separarnos del amor de Cristo (Rm. 8, 35-37). La tercera promesa. Está centrada en las llaves, y en el atar y desatar (v.19). Se refiere en la mentalidad rabínica a atar, es decir, prohibir, o permitir, o sea, desatar en el oficio de interpretar la Ley. En el caso de Pedro se trata de abrir a los hombres e Reino de Dios, exponer la voluntad de Dios, manifestada en Jesús, conducir a los hombres por la senda estrecha a la puerta también estrecha del Reino de los Cielos (Mt. 7,13ss). Las llaves simbolizan los preceptos de Jesús, que ahora Pedro proclamará y expondrá.  Finalmente, Jesús les manda que no digan a nadie que ÉL es el Cristo, para evitar la efervescencia que había en el ambiente, y que ya habían intentado proclamarlo rey, Mesías en el templo de Jerusalén (cfr. Jn. 6,15). La hora de Jesús estaba cerca, había que esperar su definitiva glorificación.

b.- Meditación. ¿Qué me dice? ¿Qué palabra o hecho de este evangelio me habla al corazón? Escoge tu texto o versículo, escríbelo y da razón de tu elección al grupo. Te escuchamos.

- “¿Quién dice la gente es el Hijo del hombre?” (v.13). Me dice que Jesús es el Mesías, el Salvador, el Enviado y Revelador del Padre.

- “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (v.16). Pedro nos representa en su confesión, pero también, somos piedras vivas de la Iglesia.

- “Tú eres Pedro…” (v.18). Las llaves y el poder de atar y desatar nos hablan de la disposición de Dios de ayudar a los hombres a guiar la Iglesia por el camino de la verdad.

- Otros testimonios…

c.- Oración. ¿Qué le digo al Señor a propósito de este texto? Escoge un versículo o palabra del texto, escríbelo, con la que inicias tu oración personal y grupal. Te escuchamos.

- “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (v.16). Señor Jesús, te quiero confesar como mi Dios y Señor toda la vida, te lo pido Señor.

- “Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (v.18). Señor Jesús, queremos ser siempre piedras vivas de tu Iglesia, te lo pido Señor.

- “Las puertas del Hades no prevalecerán…” (v.18). Señor Jesús confiados en tu promesa oramos por la Iglesia y sus miembros para que seamos fieles a tu alianza de amor eterno. Te lo pido Señor. 

d.- Contemplación y acción. ¿A qué me compromete este evangelio?

- Me comprometo a edificar tu Iglesia haciendo bien lo que tengo que hacer día a día.

5..- Relectura mística que hace S. Teresa de Jesús de este pasaje evangélico: Santa Teresa de Jesús, vive la experiencia de ese Dios en el fondo de su alma: “Estaba una vez recogida con esta compañía que traigo siempre en el alma y me pareció estar Dios de manera en ella, que me acordé de cuando San Pedro dijo: «Tú eres Cristo, hijo de Dios vivo»; porque así estaba Dios vivo en mi alma. Esto no es como otras visiones, porque lleve fuerza con la fe; de manera que no se puede dudar que está la Trinidad por presencia y por potencia y esencia en nuestras almas. Es cosa de grandísimo provecho entender esta verdad. Y como estaba espantada de ver tanta majestad en cosa tan baja como mi alma, entendí: «No es baja, hija, pues está hecha a mi imagen».” (Relaciones 41).

6.- Adoración y Alabanza: Te alabamos Señor.

- Te adoramos Padre por darnos tu Hijo como Salvador, y te alabamos Señor.   

- Te adoramos Padre, por convocarnos a tu Iglesia en tu Espíritu y te con Pedro como guía, te alabamos Señor.

- Te adoramos Padre desde los que buscan la verdad, desde ellos y con ellos te alabamos Señor.

- Te adoramos Padre desde todos los convocados, alejados, a la Iglesia, desde ellos y con ellos te alabamos Señor.

- Otras alabanzas…

7.- Preces: Te lo pedimos Señor.

- Te pedimos Padre por tu Iglesia santa y pecadora para quesea instrumento de paz, verdad y reconciliación en el mundo. Te lo pedimos Señor.

- Te pedimos Padre por el Papa y su magisterio, los obispos y todos los cristianos para ser verdaderas piedras vivas de la Iglesia. Te lo pedimos Señor.

- Te pedimos Padre, por todos los que construyen la paz y fomentan la caridad para con los más necesitados de la tierra: enfermos, ancianos, niños abandonados. Te lo pedimos Señor.

- Otras preces…

8.- Padre Nuestro

9.- Abrazo de la paz

10.- Bendición final.

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice: V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén.

S. Juan de la Cruz nos exhorta: “Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad orando y abriros contemplando” (D 162). www.carmelitasviña. cl.

P. Julio González C.

Pastoral de Espiritualidad Carmelitana.