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DE EXCURSIÓN POR LA MONTAÑA-

Padre Pedrojosé Ynaraja Díaz

 

He comentado este episodio que estoy seguro que me repito hoy, pero no importa, no creo que alguien conserve mis “obras completas”. Vaya por delante que hoy se considera que la arqueología y la geografía del Oriente Medio, es el 5º evangelio.

 

Lamento siempre que esto no se tenga en cuenta en la mayoría de las ocasiones que se organiza un viaje a Tierra Santa.

 

Vaya por delante que si la liturgia nos ofrece este texto es por el contenido dogmático que en él se encierra. Pedro y con él la Iglesia, reciben el poder espiritual supremo, el del perdón. Pedro y su Iglesia, la Iglesia del Maestro.

 

Ahora bien, el paisaje en el que está envuelto el episodio, es el más adecuado que uno pueda imaginar. Abandono por un momento el contenido y voy a describir la geografía del evento como si se tratara de un capítulo cualquiera de una guía de viajes.

 

En la baja Galilea hay un cruce de carreteras importante que recibe el nombre de Golani, no me voy a entretener en explicar el motivo de que lo reciba, simplemente advertir que en este lugar puede encontrar el excursionista una brigada de uniformados que le impidan proseguir hacia el norte. Suspende el proyecto e improvisa otro itinerario, nadie le explicará el motivo de tal prohibición. A mí personalmente solo una vez me ha ocurrido, imaginamos un ataque terrorista del Norte o del Este, alguno de mis acompañantes pensó haber visto personas llorando, pensaron en posibles víctimas, en que a nosotros podía llegar un proyectil perdido, pero no, nada de eso, el ejército estaba de maniobras y nada más. El viaje, como las peregrinaciones de los piadosos Egeria, el anónimo de Burdeos o el de Piacenza, son siempre una aventura. Que se lo pregunten a Ignacio, el de Loyola, que quiso hacer de las suyas y conoció el castigo.

 

A partir del punto señalado, la carretera, el camino de Jesús con sus discípulos, va subiendo paralelo al Jordán que lo tiene siempre próximo. Un camino a la derecha le lleva al lago Hule. Es un charquito poblado de vegetación, papiros entre otros y fauna, cérvidos y jabalís. La Biblia no lo menciona y estuvo punto de desaparece hace unos años, en bien de suprimir plagas.

 

Más arriba se descuelga la corriente del Jordán por pequeñas pero preciosas cataratas. Seguramente que no se interesarían y continuarían el camino hacia su meta.

 

Llega un momento en que aparecen en el paisaje las estribaciones de las montañas del Líbano. Si digo que en los primeros viajes se dibujaban discretamente algunos heleros en pleno agosto y que el equipo olímpico de Israel se entrenaba por las laderas del Hermón, podrá estar seguro que en tiempos del Señor la nieve sería más abundante. Con lo del cambio climático, ya no vi ningún rastro y supongo que continuará pasando lo mismo.

 

Llega uno al final, a la meta de su ruta, ha contemplado desde abundantes coníferas, hasta diminutas orquídeas. Pero lo que suscita su atención es un gran peñasco encima de una enorme gruta. Lo de peñón lo digo porque en griego se dice algo así como “petros”, vaya por delante.

 

Al acercarse a la caverna, sabe el caminante actual que por allí brotaba el Jordán, que algún percance geológico le impidió su marcha y astuto él se deslizó bajo las rocas y a un centenar de metros, creo recordar, aparece ancho, limpio y alegre.

 

El antro conserva antiguas leyendas, nadie sabía hasta donde llegaba, pero no, me corrijo, más bien se decía que iba a parar al infierno. Por allá únicamente he visto que se movían damanes. No vale la pena fijarse en ellos, imagine el lector una especie de conejos de lento desplazamiento y sin ningún atractivo.

 

Lo que sorprende siempre son unos nichos  labrados en la roca de la montaña. Según cuentan era lugar de culto a la deidad pastoril llamada Pan (de su nombre se deriva pánico). Diversa inscripciones bastante bien conservadas se bordan en su entorno.

 

En este lugar, el reyezuelo judío de turno edificó una ciudad en honor del gran jefe del imperio y en consecuencia le puso el nombre de Cesarea. Más que por su tamaño o la cantidad de vecinos, debía destacar por los edificios. Recientemente se han encontrado unas cuantas aras que si en algún viaje observé, se que han ido a parar a lugar museístico más seguro.

 

Quiero ignorar que desde hace unos cuantos años se ha urbanizado el lugar, quiero decir que se aparca pagando, se paga entrada, se pueden comprar libros u objetos de recuerdo, se puede uno sentar en un bar y beber un refresco… se puede uno aun todavía alejarse un poco, quedarse solo, leer o recordar el texto.

 

Puede uno reflexionar y darse cuenta de que el Señor no es reservado. Si se aleja al amanecer para rezar, cuando está acompañado y en aquel inmenso paisaje, acompañado de los amigos, que ya advirtió que no consideraba siervos, en vez de predicar como ha hecho tantas veces, en esta ocasión les abre su corazón y les preguntan qué piensa la turba de Él, más bien lo que le interesa es saber que piensan ellos de Él. Se comunicativo, acudir a confidencias no es consecuencia de su temperamento, es manifestación de la divinidad que le caracteriza.

 

Empezó tal proceder con Abraham, en Siquem. Respondió el Patriarca con un sacrificio bajo la encina de Moré. Por el sur, en tierras del desierto del Neguev continuó con él dialogando.

 

Ahora  es el Hijo. La conversación es más amical. Destaca entre los apóstoles la afirmación de Simón, no le recrimina, le llamara peñasco, petrón, cefas, pedro, da lo mismo, son vocablos equivalentes

 

El Jordán tiene tres fuentes, esta es la más importante. Al lugar se le llama también Banias.

 

Aunque no estemos hoy allí, la pregunta del Maestro debe sonar con la misma fuerza en nuestro  interior ¿Y tú, quien dices que soy yo? La meditación da para rato, entregaos a ella en cualquier rincón, con tal que estéis en soledad y silencio.