XXI-domingo-ordinario-A
DE
EXCURSIÓN POR LA MONTAÑA-
Padre
Pedrojosé Ynaraja Díaz
He comentado este
episodio que estoy seguro que me repito hoy, pero no importa, no creo que
alguien conserve mis “obras completas”. Vaya por delante que hoy se considera
que la arqueología y la geografía del Oriente Medio, es el 5º evangelio.
Lamento siempre que esto
no se tenga en cuenta en la mayoría de las ocasiones que se organiza un viaje a
Tierra Santa.
Vaya por delante que si
la liturgia nos ofrece este texto es por el contenido dogmático que en él se
encierra. Pedro y con él la Iglesia, reciben el poder espiritual supremo, el
del perdón. Pedro y su Iglesia, la Iglesia del Maestro.
Ahora bien, el paisaje
en el que está envuelto el episodio, es el más adecuado que uno pueda imaginar.
Abandono por un momento el contenido y voy a describir la geografía del evento
como si se tratara de un capítulo cualquiera de una guía de viajes.
En la baja Galilea hay
un cruce de carreteras importante que recibe el nombre de Golani,
no me voy a entretener en explicar el motivo de que lo reciba, simplemente
advertir que en este lugar puede encontrar el excursionista una brigada de
uniformados que le impidan proseguir hacia el norte. Suspende el proyecto e
improvisa otro itinerario, nadie le explicará el motivo de tal prohibición. A
mí personalmente solo una vez me ha ocurrido, imaginamos un ataque terrorista
del Norte o del Este, alguno de mis acompañantes pensó haber visto personas
llorando, pensaron en posibles víctimas, en que a nosotros podía llegar un
proyectil perdido, pero no, nada de eso, el ejército estaba de maniobras y nada
más. El viaje, como las peregrinaciones de los piadosos
Egeria, el anónimo de Burdeos o el de Piacenza, son siempre una aventura. Que
se lo pregunten a Ignacio, el de Loyola, que quiso hacer de las suyas y conoció
el castigo.
A partir del punto
señalado, la carretera, el camino de Jesús con sus discípulos, va subiendo
paralelo al Jordán que lo tiene siempre próximo. Un camino a la derecha le
lleva al lago Hule. Es un charquito poblado de vegetación, papiros entre otros
y fauna, cérvidos y jabalís. La Biblia no lo menciona y estuvo punto de desaparece hace unos años, en bien de suprimir plagas.
Más arriba se descuelga
la corriente del Jordán por pequeñas pero preciosas cataratas. Seguramente que
no se interesarían y continuarían el camino hacia su meta.
Llega un momento en que
aparecen en el paisaje las estribaciones de las montañas del Líbano. Si digo
que en los primeros viajes se dibujaban discretamente algunos heleros en pleno
agosto y que el equipo olímpico de Israel se entrenaba por las laderas del
Hermón, podrá estar seguro que en tiempos del Señor la nieve sería más
abundante. Con lo del cambio climático, ya no vi ningún rastro y supongo que
continuará pasando lo mismo.
Llega uno al final, a la
meta de su ruta, ha contemplado desde abundantes coníferas, hasta diminutas
orquídeas. Pero lo que suscita su atención es un gran peñasco encima de una
enorme gruta. Lo de peñón lo digo porque en griego se dice algo así como “petros”, vaya por delante.
Al acercarse a la
caverna, sabe el caminante actual que por allí brotaba el Jordán, que algún
percance geológico le impidió su marcha y astuto él se deslizó bajo las rocas y
a un centenar de metros, creo recordar, aparece ancho, limpio y alegre.
El antro conserva
antiguas leyendas, nadie sabía hasta donde llegaba, pero no, me corrijo, más
bien se decía que iba a parar al infierno. Por allá únicamente he visto que se
movían damanes. No vale la pena fijarse en ellos,
imagine el lector una especie de conejos de lento desplazamiento y sin ningún
atractivo.
Lo que sorprende siempre
son unos nichos labrados en la roca de
la montaña. Según cuentan era lugar de culto a la deidad pastoril llamada Pan
(de su nombre se deriva pánico). Diversa inscripciones bastante bien
conservadas se bordan en su entorno.
En este lugar, el
reyezuelo judío de turno edificó una ciudad en honor del gran jefe del imperio
y en consecuencia le puso el nombre de Cesarea. Más
que por su tamaño o la cantidad de vecinos, debía destacar por los edificios.
Recientemente se han encontrado unas cuantas aras que si en algún viaje
observé, se que han ido a parar a lugar museístico
más seguro.
Quiero ignorar que desde
hace unos cuantos años se ha urbanizado el lugar, quiero decir que se aparca
pagando, se paga entrada, se pueden comprar libros u objetos de recuerdo, se
puede uno sentar en un bar y beber un refresco… se puede uno aun todavía
alejarse un poco, quedarse solo, leer o recordar el texto.
Puede uno reflexionar y
darse cuenta de que el Señor no es reservado. Si se aleja al amanecer para
rezar, cuando está acompañado y en aquel inmenso paisaje, acompañado de los
amigos, que ya advirtió que no consideraba siervos, en vez de predicar como ha
hecho tantas veces, en esta ocasión les abre su corazón y les preguntan qué
piensa la turba de Él, más bien lo que le interesa es saber que piensan ellos
de Él. Se comunicativo, acudir a confidencias no es consecuencia de su
temperamento, es manifestación de la divinidad que le caracteriza.
Empezó tal proceder con
Abraham, en Siquem. Respondió el Patriarca con un
sacrificio bajo la encina de Moré. Por el sur, en tierras del desierto del Neguev continuó con él dialogando.
Ahora es el Hijo. La conversación es más amical.
Destaca entre los apóstoles la afirmación de Simón, no le recrimina, le llamara
peñasco, petrón, cefas,
pedro, da lo mismo, son vocablos equivalentes
El Jordán tiene tres
fuentes, esta es la más importante. Al lugar se le llama también Banias.
Aunque no estemos hoy allí,
la pregunta del Maestro debe sonar con la misma fuerza en nuestro interior ¿Y tú, quien dices que soy yo? La
meditación da para rato, entregaos a ella en cualquier rincón, con tal que
estéis en soledad y silencio.