XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

DEJARSE AMAR APASIONADAMENTE

Padre Pedrojosé  Ynaraja  Díaz

 

 

Os confieso, queridos lectores, que el fragmento del profeta Jeremías que aparece como primera lectura de la misa de este domingo, es uno de los párrafos que más me entusiasman del Antiguo Testamento. Dos son los motivos. En primer lugar porque es frecuente que ciertas personas se propongan encontrar a Dios y no lo encuentren. Su propósito, generalmente, es sincero, he conocido muchos casos. Ahora bien, no es este el camino más apropiado, aunque no sea malo y Dios un día u otro se dejará encontrar.

 

Ahora bien, la actitud más correcta y acertada debe ser la de dejarse sorprender por Él, aunque se lo plantee en su interior cómo que la existencia de Dios es una posibilidad, más que una certeza y sin negar por principio la posibilidad de su preexistencia. Honradamente, será esta la actitud más adecuada, sin exigir creer en Él por anticipado. Y no tener prisa, que Él dispone de la Eternidad para darse a conocer. Exigirle respuesta inmediata sería orgullo. Es preciso ser humilde y generoso. Las dos cosas son fundamentales. Quien así lo es, un día u otro con Él se encontrará.

 

Ser humilde y generoso no es ningún error, ni debe avergonzar a nadie, humanamente hablando, también resulta siempre, aunque a la larga, una virtud. Ante Dios es actitud fundamental para que salga a nuestro encuentro.

 

Jeremías es ambas cosas y eso que su entorno, lugar y circunstancias, no le eran precisamente favorables. Seguramente, si ahora se encontrara sumergido en nuestras condiciones,  pandemia y ruina económica, nos diría que no es una situación, la nuestra, mucho peor que lo fue la suya en aquel tiempo.

 

Otro aspecto de este párrafo quiero comentar. El pueblo judío, su cultura, no es precisamente erótica. Es sexual sí, pero no especialmente sensual. Tal característica es muy propia de su tierra y de su momento histórico. La contemporánea suya, la del Medio Oriente, era mucho más misógina. La peculiar característica de la Biblia es que en ciertos libros y momentos, acude a imágenes apasionadas, refiriéndose a situaciones de igual género, cosa difícil de encontrar en otras fuentes. Baste ahora recordar el Cantar de los Cantares.

 

El vocablo seducir con el que se inicia la entrañable confesión, se refiere, están de acuerdo los autores, a idílicas actitudes. En lenguaje vulgar de hoy en día llamaríamos flechazo. Jeremías no se había casado. Tal vez quien mejor pueda hablar del enamoramiento sea el célibe. Para ser aún más consciente de la dignidad de tal estado, valdrá la pena tener presente lo que más tarde dirá Jesús: “hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. (Mat 19,12) y por si alguien no lo ha entendido del todo, debo advertir que eunuco en el lenguaje común de aquel tiempo, no implicaba ninguna mutilación corporal que pudiera degradar. Podía muy bien haber escrito; hay solteros que permanecen célibes por el reino de los Cielos.

 

Pensando en algo semejante o equivalente, se me ocurre que el fragmento al que me vengo refiriendo, podría muy bien complementarse con el precioso soneto anónimo (¿?) “ no me mueve mi Dios para quererte el Cielo que me tienes prometido…”  texto que tanto interesaba a Unamuno

 

Se me ha ocurrido hoy ofreceros, mis queridos lectores, el texto bíblico para que si os gusta y lo consideráis especialmente útil para vuestra vida espiritual, podáis pasarlo a impresora y tenerlo a la vista. Está en los dos idiomas de los lectores, que cada uno escoja el suyo o el que más le guste)

 

Si sois célibes por el Reino de los Cielos, os satisfará y hallaréis en él ayuda. Si vivís sinceramente enamorados, los desgarros del alma del profeta, os recordarán tantas inquietudes, tantos dolores, tanta esperanza, tantas enseñanzas que habéis sufrido y aprendido, a lo largo de vuestra vida enamorada.

 

El Maestro nos dijo que su Padre era también padre nuestro. Nos lo confiaba en sentido trascendente, no biológico. Ahora bien, tal vez, queridos lectores, en algún momento debéis ser catequistas de menores y encontraros con que algún chiquillo, niño o niña, que sufra el percance de que su padre biológico haya abandonado a la familia, obrando injusta y vergonzosamente. Puede ocurrir que tal desgracia la viva y sufra en la adolescencia ¿cómo hablarle de que Dios es padre si la experiencia que vive en propia carne es perversa? Ya sé que es difícil, pero verdadero y apropiado, reconocer que el Amor de Dios, es semejante, superándolo, al amor de un enamorado. La encantadora obra del beato Ramón Llull, culmen sublime de la mística, “El libro del Amigo y del amado”, es maravillosa ayuda, con imágenes y dichos paralelos a lo que vengo diciendo.

 

(escrito el original en catalán antiguo, existen ediciones adaptadas al lenguaje presente y también traducción a la lengua española)    

 

 

(Confessions de Jeremies-cap 20)

 

     Senyor, m'has seduït i m'he deixat seduir; has volgut forçar-me i te n'has sortit. He estat la riota de tothom, tot el dia es burlen de mi.

 

 

     Sempre que parlo, haig de cridar i anunciar: «Violència, destruccióM'has adreçat la teva paraula, i tot el dia m'insulten i m'ultratgen.

 

 

     Si em dic: «No hi pensaré més, no anunciaré la paraula en el seu nom», llavors ella es torna dintre meu com un foc devorador tancat en el meu cos: he provat d'apagar-lo i no he pogut.

 

 

    En sento molts que mormolen: «Aquest és "Terror de tot arreu". Denuncieu-lo, i nosaltres també el denunciaremTots els meus millors amics esperen que ensopegui: «Qui sap si es deixarà engañar i el podrem fer caure,i prendrem revenja d'ell

 

 

    Però el Senyor és al meu costat com un guerrer poderós: els meus perseguidors ensopegaran, no podran fer res. El seu fracàs els cobrirà de vergonya, el seu deshonor no serà mai oblidat.

 

     Senyor de l'univers, tu saps si un home t'és fidel, tu penetres l'interior dels cors. Fes que pugui veure com els demanes comptes, ja que he confiat a tu la meva causa.

 

     Canteu al Senyor, lloeu el Senyor: ell ha salvat la vida dels pobres de les mans dels malvats.

 

     Maleït sigui el dia que vaig néixer: que ningú no proclami beneït el dia que la mare em va infantar!

 

    Maleït l'home que va córrer a dir al meu pare que havia tingut un fill i li va donar una alegria!

 

     Que aquell home sigui com les ciutats que el Senyor va destruir sense compassió! Que al matí senti clamors i al migdia crits de guerra!

 

     Per què aquell dia no em va matar abans de néixer? La mare m'hauria fet de sepulcre, les seves entranyes m'haurien portat eternament.

 

     Per què vaig sortir del si matern si havia de tastar pena i sofriments i acabar els meus diez en la vergonya?

 

 

 

     (Confesiones de Jeremías-cap 20)

 

    Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; | has sido más fuerte que yo y me has podido. | He sido a diario el hazmerreír, | todo el mundo se burlaba de mí.

 

    Cuando hablo, tengo que gritar, | proclamar violencia y destrucción. | La palabra del Señor me ha servido | de oprobio y desprecio a diario.

 

     Pensé en olvidarme del asunto y dije: | «No lo recordaré; no volveré a hablar en su nombre»; | pero había en mis entrañas como fuego, | algo ardiente encerrado en mis huesos. | Yo intentaba sofocarlo, y no podía.

 

    Oía la acusación de la gente: | «“Pavor-en-torno”, | delatadlo, vamos a delatarlo». | Mis amigos acechaban mi traspié: | «A ver si, engañado, lo sometemos | y podemos vengarnos de él».

 

    Pero el Señor es mi fuerte defensor: | me persiguen, pero tropiezan impotentes. | Acabarán avergonzados de su fracaso, | con sonrojo eterno que no se olvidará.

 

    Señor del universo, que examinas al honrado | y sondeas las entrañas y el corazón, | ¡que yo vea tu venganza sobre ellos, | pues te he encomendado mi causa!

 

    Cantad al Señor, alabad al Señor, | que libera la vida del pobre | de las manos de gente perversa.

 

    Maldito el día en que nací, | no sea tenido por bendito | el día en que mi madre me parió.

 

    Maldito el hombre que anunció | la buena noticia a mi padre: | «Te ha nacido un hijo varón», | y le dio una gran alegría. 16 Sea ese hombre igual que las ciudades | que el Señor destruyó sin compasión; | que escuche alaridos de mañana, | gritos de guerra al mediodía.

 

    ¿Por qué no me mató en el vientre? | Mi madre habría sido mi sepulcro, | con su vientre preñado eternamente.

 

    ¿Por qué hube de salir del vientre | para pasar trabajos y fatigas | y acabar mis días deshonrado?

 

 

Comprenderéis, queridos lectores, que con este comentario a la primera lectura es suficiente y que por tanto excluya hoy referencias a las otras dos que recoge la misa.