SIXTO GARCÍA
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO
LUNES XXIII ORDINARIO: LUCAS 6: 6-11:
TEXTO:
Otro
sábado entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí casualmente
un hombre que tenía la mano derecha seca. Los escribas y fariseos estaban al
acecho por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero él,
sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre que tenía la mano seca: “Levántate y
ponte ahí en medio.” Él se levantó y se puso allí. Entonces Jesús les dijo:
“Quiero preguntarles si en sábado es licito hacer el bien en vez de hacer el
mal, salvar una vida en vez de destruirla.” Entonces, mirándolos a todos, le
dijo: “Extiende tu mano.” Él lo hizo, y quedó restablecido de su mano. Pero ellos
se ofuscaron y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.
CONTEXTO
1)
Jesús se pone a enseñar en la sinagoga: es típico de Lucas el vincular los
milagros y sanaciones de Jesús con su enseñanza: Lc
4: 15, 31) – Por lo demás, la sinagoga es el lugar preferido de predicación de
Jesús (Lucas 4: 16, 33, 44; 6: 6; 13: 10) y de los primeros predicadores y
misioneros cristianos (Hechos 13: 5, 14; 14: 1; 17: 10; 18: 4, 26; 19: 8)
2) Los
fariseos y escriban lo vigilan de cerca: el verbo griego “paretereo,”
“observar,” tiene más bien el sentido de “asechar” - ¿Para qué? Para ver si
podían acusarlo – el verbo griego “kategorein”(de ahí viene la palabra “categoría”) era un término legal,
usados en juicios: Lc 22: 10, 14 - ¡el juicio de
Jesús! Aquí Lucas, observa Joseph Fitzmyer, S.J.,
anticipa la Pasión de Jesús.
2)
¿Por qué “acusar” a una persona por curar a alguien? Desde un siglo y medio
antes de Jesús, los maestros de la Ley habían promulgado 613 prescripciones
legales (248 preceptos y 365 prohibiciones) no contenidas en la Ley de Moisés,
para proteger esta ley de contaminaciones. Se le conocía como “el muro en torno
a la Ley” (cf. “Pirque Abot,”
1: 1) – La tradición de los maestros de la Ley citaban 40 obras prohibidas en
sábados Entre
sus prohibiciones, se incluían hacer ciertas obras en el sábado: enterrar
muertos, sanar enfermos, ciertos trabajos manuales, etc. (Tratado “Mekhilta Shabat,” 7: 2)
3) La
pregunta de Jesús aborda directamente esta cuestión: “¿Es lícito en sábado
hacer el bien o el mal? ¿Salvar o destruir una vida?” Jesús cita indirectamente
una expresión clave de los letrados y fariseos de la época. “salvar o destruir
una vida” era la fórmula clave del cumplimiento del sábado.
4) La
enseñanza rabínica posterior a Jesús recoge tradiciones anteriores, conocidas
por Lucas: abundan los testimonios de una escuela de interpretación que
contradice la posición de los fariseos en esta narrativa: así, el Rabino Akiva: “Si matar sobresee el culto del Templo, que a su vez sobresee al
Sábado, con mayor razón también salvar una vida” – el rabino Eleazar: “Si la
circuncisión, que “salva” a un solo miembro del cuerpo, sobresee el Sábado, con
más razón (´salvar´) una vida” – el rabino Shimón:
“Mira, dice (la Ley), guarda el Sábado, porque es santo para ti; a ti se te ha
dado el Sábado, no tú al Sábado” – el rabino Natán: “Dice (la Ley): Los hijos
de Israel guardaron el Sábado para guardar el Sábado para su generación.
Profana (viola – salva la vida) un Sábado para él (una persona enferma) para que
él pueda guardar muchos Sábados” – Tratado “Mekhilta Shabat,” 1).
4)
El Evangelio entonces añade que Jesús, habiendo puesto al hombre de la mano
seca en el medio (un gesto que preludia una acción importante hacia dicha
persona – cf. Mt 18: 1-4), le pide que extienda la mano seca y la sana. La
reacción de los letrados y fariseos ha sido sujeto de diferentes traducciones:
“se enfurecieron,” o “se ofuscaron” – el sustantivo griego “anoia”
significa literalmente un “sin sentido,” algo estúpido, absurdo – Luego:
5)
La enseñanza de Jesús: el amor, la compasión hacia el que sufre, supera y
cancela las leyes humanas secundarias - ¡Esto es clave! Los 613 preceptos
tenían un propósito, en apariencia, noble: proteger a la Ley de Moisés Pero ese
propósito había sido viciado por el legalismo inmisericorde que la
interpretación de los letrados y fariseos le hacen - La mejor traducción de “anoia”
– carente de “nous,” de sentido común, de juicio
prudencial – cegados por su propia arrogancia y desprecio de Jesús, no son
capaces de mirar al hombre de la mano seca con compasión.
¿QUÉ NOS DICE TODO
ESTO A NOSOTROS, HOY?
1) “A veces
sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de
las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que
toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos
cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia
del nudo de la tormenta humana . . . para que
conozcamos . . . la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se
nos complica maravillosamente . . . “ Papar Francisco,
Exhortación “La Alegría del Evangelio” (“Evangelii Gaudium”), 270.
2)
Somos a veces tentados de poner a la “Ley,” como quiera que se conciba, por
arriba del centro definitorio del Evangelio: la compasión, la misericordia, el
amor incondicional – nos ciega “la obsesión por la ley, la fascinación por
mostrar conquistas sociales y políticas, la ostentación en el cuidado de la
liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia .
. . ” (“Evangelii Gaudium,”
95; “Gaudete et Exsultate,”
57)
3)
No pocas veces nos podemos sentir inclinados a refugiarnos en esos
“cobertizos,” capillismos, que nos mantienen
protegidos del dolor de los demás, de los gritos y clamores de todos los
crucificados de la historia – Nos encasquillamos en la indiferencia, en la
acedia – sobre nuestras comunidades se cierne “una mentalidad de tumba” que nos
transforma en “momias de museo” (“Evangelii Gaudium,” 83).
4)
Somos misioneros en las periferias – Dios está en las periferias – Él se hizo
periferia! (“Gaudete et Exsultate,” 135) – La comunión apasionada, vulnerable,
riesgosa, liberadora con aquellos a quienes Jesús amó preferencialmente: los
pobres, hambrientos, descartados, humillados, excluidos - ¡los ciudadanos de
las periferias! – nos exige “plantar nuestra tienda” (Juan 1: 14) en las mismas
- ¡nos exige hacernos periferia!