LA
REPRENSIÓN
Domingo
33 del Tiempo Ordinario. A
15 de
noviembre de 2020
“Eres
un siervo negligente y holgazán”
(Mt 25,26)
Señor nuestro Jesucristo, tú sabes que siempre me ha gustado
meditar sobre el misterio y las exigencias de la virtud de la esperanza. Tú nos
has dicho que nos mantengamos atentos a los signos de los tiempos, despiertos y
vigilantes porque no sabemos el día y la hora de tu llegada.
Yo sé que la esperanza no puede confundirse con un aguardo
pasivo y comodón. De hecho, en la parábola de los talentos tu nos recuerdas que,
al igual que a los criados, nos has dejado unos dones importantes para que
negociemos mientras esperamos tu venida.
Hoy me siento identificado con el tercero de los criados de la
parábola. Me interpela el comentario que nos dejó San Jerónimo. Según él, ese
talento recibido es la predicación del Evangelio. Es la palabra divina que yo
tendría que haber entregado a toda la humanidad.
Los creyentes habrían duplicado ese precioso depósito. Y yo
tendría que devolvértelo con el interés de las buenas obras, que sin duda habría
producido la fiel proclamación de tu palabra. Por mi culpa, mi esperanza no ha
respondido a la tuya. Y tu proyecto ha quedado frustrado.
Es más, esa ridícula escusa que me he inventado se ha vuelto
contra mí. He creído disculparme alegando que te conozco bien. Pero no es
verdad. Me enorgullezco de mis conocimientos, pero ese conocimiento no obedece
a la verdadera sabiduría.
Me he amparado en una vacía erudición académica. He presumido
de mis estudios, de las estadísticas que manejo, de los planes apostólicos que
he preparado, de los instrumentos que utilizo. Creía conocerlo todo, pero te
desconocía a ti. Temía la dureza de tu examen.
Te ruego que revises la parábola. Y que añadas la súplica que
humildemente te dirijo. Perdona mi pereza irresponsable. Perdona mi orgullosa
altanería. Perdona mi silencio culpable. Ten piedad de mí, porque no he
transmitido tu palabra como tú esperabas de mí. Amén.
José-Román Flecha Andrés