LOS TESOROS DEL
REINO
Domingo 33 del
Tiempo Ordinario. A
15 de noviembre de
2020
“Una mujer fuerte ¿quién la hallará?… Abre sus manos
al necesitado y tiende sus brazos al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la
hermosura; la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su
trabajo, que sus obras la alaben en público”. Es famoso este elogio bíblico de
la mujer (Prov 31,10-31). Sobresale por su trabajo, por su piedad para con Dios
y su caridad con los pobres. Evidentemente no se distingue por su pereza.
El salmo responosorial se hace eco de este poema,
proclamando dichosos a los que temen al Señor” (Sal 127), es decir a los que lo
respetan con amor filial, confiando en su misericordia y cumpliendo su voluntad.
La segunda lectura es muy apropiada para este domingo
que nos acerca al final del año litúrgico. San Pablo exhorta a los fieles de
Tesalónica a vivir esperando el Día del Señor. Precisamente porque no sabemos
cuándo tendra lugar su manifestación, nosotros, como ellos, hemos de vivir
despiertos y conservando la sobriedad (1 Tes 5,1-6).
EL ENCARGO
En el evangelio
se proclama la parábola de los talentos (Mt 25,14-30). Junto con la parábola de
las doncellas invitadas a la boda y la profecía del juicio final este texto nos
invita a vivir fiel y responsablemente nuestra vocación a la esperanza
cristiana.
Vivimos el presente aguardando la manifestación futura
de nuestro Señor Jesucristo. Nuestra vida esta caracterizada por el signo de la
esperanza. Pero no podemos confundir esta segunda virtud teologal con un
aguardo meramente pasivo y despreocupado de las realidades que nos han sido
confiadas. Si creer es crear, se puede decir que esperar es operar. No cabe la
pereza.
La parábola de los talentos se articula en dos
tiempos. En el primero se presenta a un señor que, antes de emprender un viaje,
entrega unas notables cantidades de dinero
a tres de sus criados. Dos de ellos negocian con lo que han recibido y logran
doblar su valor. El tercer criado excava un hoyo en la tierra y allí esconde el
talento que le ha sido entregado por su amo, cuyas reacciones cree conocer
bien. Sin embargo, por temor o por pereza no responde al encargo de su amo.
EL ENCUENTRO
La segunda parte de la parabola recoge el momento en
que el amo se encuentra de nuevo con sus criados, pide que le rindan cuentas de
lo que han hecho con los talentos y expresa su juicio sobre ellos.
• “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor. Como
has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante. Pasa al banquete de tu
Señor”. Así habla el Señor a los criados que han redoblado los talentos que él
les entregó.
Y asi nos habla a nosotros. El Señor es el dueño,
nosotros somos sus criados. Hemos sido elegidos para colaborar con él. Se nos
ha entregado la fe para que consigamos otros creyentes. El Señor espera de
nosotros que seamos fieles a su encargo y nos premia con su compañía.
• “Eres un siervo negligente y holgazán… A ese siervo
inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de
dientes”. Así reprende y condena el Señor
al criado que ha escondido en la tierra el talento recibido.
Y así nos reprende a nosotros, si encuentra que somos
perezosos y egoístas. Él es el Señor. No podemos considerar lo recibido de él
como si fuera una propiedad privada de la que podemos disponer a nuestro
antojo.
- Padre nuestro
que estás en los cielos, tú has querido confiarnos la tarea de darte a conocer
en el mundo y promover la fraternidad entre los hombres. Ayúdanos a esperarte
confiada y activamente. No nos dejes caer en la tentación de la pereza y
libranos del mal de creernos dueños de los tesosros de tu Reino. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
José-Román Flecha Andrés