SIEMPRE VIGILANTES

Domingo 1º de Adviento, B.

29 de noviembre de 2020

 

“Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento”

(Mc 13,33)

 

Señor Jesús, a muchas personas les extraña que tú no hayas querido revelar el día de tu venida o el momento de tu manifestación. Seguramente esa curiosidad por adivinar el día y la hora se debe sobre todo a esta vida tan desordenada que llevamos.

Pretendemos apurar los placeres del presente sin dedicar mucha atención a la felicidad que se nos promete para el futuro. Pero nuestra conciencia nos dice que estamos equivocados. Así que deseamos saber el día de tu llegada para ordenar apresuradamente  nuestra casa y nuestra vida.

En el fondo tenemos miedo de tu llegada. Nos horroriza pensar que tú puedes sorprendernos enfrascados en nuestros vicios o en nuestras ridículas diversiones. Así que entendemos tu exhortación a la vigilancia como un aviso para evitar la vergüenza de nuestra irresponsabilidad.

Sin embargo, creo que tu palabra puede ser entendida de forma positiva. Tú nos has buscado y llamado, nos has invitado a seguirte y nos has enviado a anunciar tu mensaje. Por todo ello te damos las gracias y pedimos tu ayuda para responder con generosidad a esa vocación.

Con todo, sabemos que el tesoro que nos has confiado supera nuestras fuerzas y hasta nuestra imaginación. Conocemos nuestra debilidad. Por eso vivimos a la espera de un signo esplendoroso de tu presencia. No acabamos de creer en la fuerza del grano de mostaza.

Pero tú nos has exhortado a permanecer siempre  en vela. No deberíamos dormirnos en la rutina ni el desencanto. Es preciso estar vigilantes, porque en el momento que menos pensamos puede manifestarse el fruto que tú nos has prometido.

Tú no pretendes sorprendernos con una manifestación aparatosa. Son los pequeños milagros de cada día los que nos revelan tu presencia entre nosotros. Es verdad que no sabemos el momento. Por eso te pedimos que tú nos ayudes a mantenernos siempre vigilantes. Amén.

 

José-Román Flecha Andrés