JUAN,
EL PROFETA
Domingo
3º de Adviento. B
“El Espíritu del Señor, Dios, está
sobre mí, porque el Señor me ha ungido”. El texto del libro de Isaías (Is
61,1-2.10-11) anuncia a un profeta que recibe el espíritu de Dios y lo difunde.
Consuela a los que sufren, venda las heridas de los desgarrados, libera a los
cautivos y prisioneros y, sobre todo, inaugura un año jubilar: el año de gracia
de parte del Señor.
Además, el profeta proclama un anuncio
de alegría universal: “El Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos
los pueblos”. Este tercer domingo del Adviento se hace notar por su invitación
a la alegría.
El salmo responsorial, tomado del canto
de María, recoge ese tono de alegría: “Me alegro con mi Dios” (Lc 1,46). También
la invitacion que san Pablo dirige a los fieles de Tesalónica refleja este espíritu:
“Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión… No
apaguéis el espíritu… Guardaos de toda clase de mal” (1 Tes 5,16).
TRES VECES “NO” Y UNA VEZ “SÍ”
En el evangelio de hoy se nos presenta
a un extraño profeta (Jn 1,6-8.19-28).
Parece que el texto lo define por lo que no es. Por lo que no pretende ser.
Esto es lo que el evangelista dice de él: “No era él la luz, sino testigo de la
luz”.
Pero nos interesa saber cómo se ve él
mismo. Ante los emisarios de los sacerdotes y levitas de Jerusalén, Juan
responde con verdad y humildad. Por tres veces repite un “no” tajante a los que
le preguntan.
• No es Elías, aquel gran defensor de
la majestad de Dios y de la dignidad del pobre.
• No es el gran profeta que el Señor anunciaba
a Moisés, según el Deuteronomio.
• Y no es el Mesías, que había sido
esperado por su pueblo a lo largo de los siglos.
Sin embargo, nadie puede identificarse
solo por lo que no es. Hay que definirse por un “sí”. Es preciso reconocer lo
que uno es y lo que está dispuesto a dar. Para identificarse, Juan se presenta
como la voz que clama en el desierto, exhortando a todos a allanar los caminos.
Juan hace suyas las palabras del libro de Isaías que anunciaban la liberación a
los deportados.
PALABRA
Y TESTIMONIO
Es verdad que Juan se niega a
presentarse como el esperado por su pueblo. Pero no puede negarse a anunciar su llegada y su presencia entre las
gentes:
• “En medio de vosotros hay uno que no
conocéis”. Muchos consideran al Mesías como un extraño. Algunos hasta llegan a
dudar de su existencia histórica. Pero los creyentes sabemos que él está entre
nosotros. Juan nos invita a descifrar los signos que lo anuncian.
• “Él viene detrás de mí y existía
antes que yo”. Algunos consideran a Jesús solamente como un personaje del
pasado. Juan nos ayuda a comprender su puesto en la historia de la salvación.
El Señor nos precede en el tiempo y, a la vez,
está viniendo a nosotros cada día.
• “Yo no soy digno de desatar la correa
de sus sandalias”. Muchos otros lo han despreciado como hicieron Herodes y
Pilato. Juan nos dice que Jesús es el Señor. Nosotros somos unos siervos a los
que Él ha elegido como discípulos y ha considerado como amigos.
- Señor Jesús, en la figura de Juan el
Bautista podemos comprender nuestra vocación. Aquí estamos para anunciar tu
venida y tu presencia. Queremos colaborar en la preparación de los caminos por
los que tú has de llegar a nuestra sociedad. Ayúdanos a dirigir a las gentes
una palabra creíble y a ofrecer un testimonio verdadero de tu mensaje. Amén.
José-Román Flecha Andrés