DOMINGO
III DE ADVIENTO CICLO B
P. Emilio Betancur
PROFETISMO Y PANDEMIA
En el
contexto de la pandemia estamos celebrando el tercer domingo de Adviento ciclo
B, donde aparece como primera lectura el profeta Isaías (61, 1-2ª.10-11)
perteneciente al libro del tercer Isaías (caps. 56-66). A continuación de
nuestro bautismo el celebrante dijo: “Dios todopoderoso Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que nos ha liberado del pecado y dado nueva vida por el agua y el
Espíritu Santo, nos ungió con el crisma de la salvación para hacer parte de su
pueblo como miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey. Amén. (ritual del Bautismo). Hoy, en tiempos de pandemia, todos y
cada uno de los creyentes somos Isaías, el profeta, porque el Señor nos ha
consagrado por la acción del bautismo y nos ha enviado a llevar la buena a los
pobres y a los empobrecidos, no por culpa de esta pandemia sino lo que ella
desveló, la inequidad. La unción es para “curar los corazones destrozados,
promulgar la liberación de todo tipo de esclavitud, entre ellos los
injustamente presos”. Nos han ungido en el bautismo
como profetas, al menos para que la gente tenga “un año de felicidad a nombre
de Dios”. (En Israel cada siete años los esclavos hebreos debían ser liberados
sin condiciones; cada cincuenta años, año jubilar, todos los habitantes debían
ser perdonados en sus deudas atrasadas; y todas las propiedades devueltas a sus
primeros dueños). Así era la justicia social que Dios confiaba a los profetas;
así también nuestro bautismo está emparentado con la justicia social como don
de Dios; razón tiene el profeta para exclamar “desbordo de gozo y alegría con
el Señor” (primera lectura). La profecía de nuestro bautismo en pandemia tiene
una dimensión ecológica para asumir el cuidado de la casa común (Laudato Si, Papa Francisco)” Hace que en la tierra germinen
las semillas, y florezcan las plantas del jardín; así hará el Señor que triunfe
la equidad y se cante un himno en todas las naciones” (primera lectura.). Pablo
dice a los hermanos bautizados de Tesalónica: “Estén siempre alegres, oren sin
cesar, en toda circunstancia den gracias a Dios. Esto es lo que quiere Dios de
nosotros, los bautizados, no extingan el fuego del Espíritu, y no desprecien el
don de profecía, dado en el bautismo. Examínenlo todo y quédense con lo bueno”
(segunda lectura). Nosotros somos Juan bautista, al que bautizó Jesús en el
Jordán; la iglesia agregó al nuestro, la luz tomada del resucitado, significado
en el cirio pascual; ambos, el de Juan y el nuestro, para dar testimonio de la
luz y llevarlos todos a creer. “Somos una voz que grita en el desierto” llamado
pandemia. “para allanar” el camino ayudar a la gente desde una lectura de los
hechos en la fe a descubrir que quiere Dios de nosotros en tiempos de pandemia.
Lo sucedido en Betania puede acontecer por la renovación del bautismo al otro
lado donde ahora nos encontramos. Con María “proclamamos la grandeza del Señor,
alegramos nuestro Espíritu en Dios nuestro Salvador; porque el Señor ha hecho
obras grandes por nosotros; su nombre es santo y su misericordia llega a sus
fieles de generación en generación” (Lc 1,26-54).
Para Isaías, Juan bautista, la Virgen María y nosotros la alegría, la paz y la
dicha no está en lo que deseamos de manera particular sino en aquello que
necesitaba Israel y requiere nuestro país en la pandemia: Un Salvador cuyo
adviento somos nosotros a quienes el Espíritu ha renovado el Bautismo para ser
profetas