LA FAMILIA Y SU
PROFECÍA
Fiesta de la
Sagrada Familia. B
27 de diciembre
de 2020
En
este domingo después de la Navidad celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. El
Sirácida recuerda que Dios honra al padre y afirma el derecho de la madre (Eclo 3,2-3). Y de ese proceder de Dios
deduce un principio de buena conducta: “Quien honra a su padre expía sus
pecados y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros”.
Tras
estas reflexiones iniciales, el autor dirige a los jóvenes unos consejos que
son válidos en esta sociedad que decide dar a los mayores una muerte “por compasión”:
“Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza.
Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies, aun estando
tú en pleno vigor”.
Con
toda oportunidad, el salmo responsorial proclama: “Dichosos los que temen al
Señor, y siguen sus caminos” (Sal 127). En una lista de buenas actitudes, san
Pablo incluye un consejo semejante al del Sirácida: ”Hijos, obedeced a vuestros
padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros
hijos, no sea que pierdan el ánimo” (Col 3,20-21).
SIMEÓN
Y ANA
En
el evangelio de esta fiesta de la Sagrada Familia (Lc 12,22-40) se evoca la
purificación de María y la presentación de Jesús en el templo.
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Por tres veces alude el texto a la Ley de Moisés, para hacer notar que aquella
familia de Nazaret cumple fielmente lo prescrito a su pueblo: presentar el
primer hijo al Señor, de quien ha
recibido ese precioso don.
•
Por otras tres veces se alude al Espíritu Santo. Moraba en Simeón, le había
prometido que no moriría sin ver al Mesías del Señor y lo guía ahora hasta el
templo. La llegada de Jesús une y separa las dos alianzas. Una se apoya en la
Ley y la otra se inspira en el Espíritu.
Además,
en la escena aparecen dos personajes entrañables: Simeón y Ana. Representan a
los profetas, que viven en oración prestando atención a los signos de su
tiempo. Reconocen al Mesías en un niño que llega al templo. Bendicen a Dios y
anuncian su presencia a quien les rodea. Tras los pastores de Belén, estos son
otros “evangelizadores”.
LO
DIVINO Y LO HUMANO
Según
el evangelio, después de cumplir lo prescrito por la Ley del Señor, la familia
regresa a Nazaret. Habían cumplido sus deberes con relación a “lo divino”. Y,
llenos de ese espíritu, regresar al mundo de “lo humano”. En ese ambiente transcurre la vida de Jesús.
•
“El Niño iba creciendo y robusteciéndose”.
Con esa referencia se nos presenta el ritmo y desarrollo de la
naturaleza, del tiempo, de la historia y de la vida. Es el despliegue de la
dignidad humana, que hay que reconocer y respetar desde la concepción.
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“Jesús se llenaba de sabiduría”. Con esa observación se nos remite al ámbito de
la formación y la cultura, del aprendizaje y la socialización. Un proceso de
educación que han de respetar y tutelar todos los poderes de este mundo.
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“La gracia de Dios lo acompañaba”. Con ese anuncio se nos recuerda la apertura
a Dios que hace que la vida humana llegue a su plenitud. Una apertura que no
deben impedir las ideologías que consideran a Dios como un enemigo de la causa
humana.
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Padre nuestro, creemos que la familia no es un problema: es una profecía. Todas
las familias nos hablan de la importancia de la vida y del amor. Y todas ellas
nos revelan tu presencia en nuestras vidas. Ayúdalas a vivir esa vocación. Amén.
José-Román Flecha Andrés