FIESTA
DEL BAUTISMO DEL SEÑOR CICLO B - ENERO
10 DE 2021
P.
Emilio Betancur
POR
EL BAUTISMO SOMOS SIERVOS DE YAHVÉ
Cuando Jesús dejó a sus padres en
Nazaret ¡cómo sería la despedida! estaba convencido que tenía una misión de
parte de Dios llamada y significada como “Reino”. Jesús intuía que la gente
quería ver a Dios de manera distinta, más cercano. El Espíritu que descendía
sobre Jesús en el Jordán y la voz del Padre que lo amaba fue su experiencia de
la cercanía de Dios. “En aquel tiempo Jesús fue bautizado por Juan en el
Jordán, y enseguida al salir del agua, vio que se abrían los cielos y que el
Espíritu Santo descendía sobre Él como una paloma. Una voz del cielo dijo: tú
eres mi Hijo muy querido, en ti tengo mi complacencia” (evangelio). De ahí en
adelante no volvió a llamar a Dios “Altísimo, Omnipotente o Sempiterno, que
está en los cielos”, como algunas oraciones nuestras, sino Padre, (Abbá) y el Siervo de Yahve como
lo llamó Isaías (52,13). El bautismo quien nos consagra como Siervos de Yahvé
presume que sea en un líquido, símbolo de Cristo, para luego salir totalmente
saturados a manifestar la vida del Espíritu Resucitado en nosotros; quien nos
deja disponibles para amar a los demás con el mismo amor del Siervo de Yahvé; a
condición de “no gritar a nadie, ni quebrar o doblar al que ya estaba caído;
menos apagar las ilusiones del que apenas empieza.” Continúa Dios diciéndonos;
“A mi designio de salvación te llamé, te tomé de la mano, te he formado y
constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones; para que abras los ojos
de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que
habitan en tinieblas.” (segunda lectura), ahora en
tiempos de Pandemia. El bautismo nuestro como el de Jesús es una epifanía de
nuestra misión en favor de los hombres sometidos al mal del coronavirus. Esto
dice el Señor: “Miren a mi siervo a quien sostengo, a mi elegido, en quien
tengo mis complacencias.” (evangelio)
Pablo comprendía el misterio del
creyente como Siervo de Yahvé, así: “Ese tesoro lo llevamos en vasijas de
barro, para que se vea bien que ese poder extraordinario procede de Dios y no
de nosotros. Por todas partes, por ser siervos de Yahve
nos aprietan, pero no nos aplastan; andamos con graves preocupaciones, pero no
desesperados; somos perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no
aniquilados; siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los
sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también en nuestro cuerpo se
manifieste la vida del Siervo de Yahveh, Jesús. Continuamente nosotros, los que
vivimos, estamos expuestos a la muerte por causa del Siervo de Yahvé, de modo
que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así la
muerte hace su obra en nosotros, y en ustedes, la vida. Pero como poseemos el
mismo espíritu de fe conforme a lo que está escrito: creí y por eso hablé,
también nosotros creemos y por eso hablamos, convencidos de que quien resucitó
al Señor Jesús, nos resucitará a nosotros con Jesús y nos llevará con ustedes,
Siervos de Yahvé a su presencia”. ( 2Cor 7-14)
En definitiva, lo primero que tienen
los creyentes para sus hermanos vivos y muertos ante el coronavirus y la
secuela de su letal pandemia es el Kerigma, la buena noticia de la muerte y
resurrección de Jesús que está en nuestro interior por el bautismo y que la
parroquia y el feligrés dejaron en una oficina como documento llamado partida;
es decir “adiós bautismo”. No, el bautismo era para transformarnos interiormente;
y en esta pandemia es una ocasión, como don de Dios tener y sentir en el
corazón un primer o nuevo encuentro con el resucitado para el cambio radical
que necesitamos, ser como el Siervo de Yahve en los
tantos sufrimientos que hemos tenidos por el hecho ser más egoístas. “así pasó
el Siervo de Yahvé, haciendo el bien y curando a todos los que estaban bajo el
dominio del mal, porque Dios estaba con El” (evangelio).
Ser Siervos de Yahvé y la confirmación
que Dios está vivo y actúa por medio de nosotros y de todo ser humano para el
servicio de la sociedad, es la mejor propuesta de sensatez y sabiduría frente a
todos los signos de muerte de esta pandemia que Dios quiera esté poco tiempo
entre la actual humanidad.