BÚSQUEDA Y ENCUENTRO
Domingo 2º del Tiempo Ordinario. B.
17 de enero de 2021
“Aquí estoy. Vengo porque me has
llamado”. El niño Samuel ha quedado consagrado a Dios en el santuario de
Siló. Durante la noche, oye una voz que
le llama por su nombre. Y se dirige al sacerdote Elí con estas palabras que
reflejan su disponibilidad (1Sam 3,3-10.19).
El sacerdote se limita a responder que
él no ha llamado al niño y lo invita a acostarse de nuevo. Cuando el hecho se repite hasta tres veces,
comprende que esa voz misteriosa viene de lo alto. Así que, aconsejado por el sacerdote,
cuando Samuel se siente llamado de nuevo, responde como le ha sugerido Elí:
“Habla Señor que tu siervo escucha”.
Todos podemos hacer nuestra esa
experiencia y responder con el salmo responsorial: “Aquí estoy, Señor, para
hacer tu voluntad” (Sal 39).
Si el pequeño Samuel escuchó en el
templo la llamada de Dios, nosotros sabemos que nuestro cuerpo es templo del
Espíritu, como nos dice san Pablo. Así que no tenemos que ir lejos para escuchar
esa voz celestial (1 Cor 6,13-20).
EL DESEO
El evangelio de este segundo domingo
del tiempo ordinario nos recuerda que la llamada eterna de Dios se ha hecho
presente en el tiempo por medio de Jesús. Juan Bautista lo descubre entre las
gentes y lo señala como el Cordero de Dios. Andrés y otro de sus discípulos dejan
al Bautista y lo siguen.
Jesús les dirige una pregunta que
podría parecer rutinaria: “¿Qué buscáis?”. Pero esa es una pregunta que nos
lleva a examinar nuestros deseos más íntimos. Con fecuencia creemos que para
satisfacerlos basta con buscar bienes, puestos de poder o signos que difundan nuestra
fama. Pero quien busca satisfacciones no siempre encuentra la felicidad.
Los dos discípulos de Juan se limitan a
preguntar a Jesús dónde vive. Y él
responde con una invitación: “Venid y lo veréis”. Aquel encuentro con Jesús
debió de llevarles a comprender que lo
importante de Jesús no era dónde vivía, sino quién era. El evangelio es una
lección también para nosotros. No importa buscar algo, sino encontrar a
Alguien.
EL ANUNCIO
Los dos discípulos de Juan el Bautista comprendieron
que las palabras del Precursor los llevaban en realidad hacia el esperado por
su pueblo. Lo comprenden y se apresuran a anunciarlo a los demás. Así lo hace Andrés, dirigiéndose a su hermano
Simón:
• “Hemos encontrado al Mesías”. Los dos
discípulos de Juan han visto satisfechos sus deseos por la alegría de un
hallazgo siempre soñado. Andrés y su compañero han pasado ya de la búsqueda al
encuentro. Han pasado del siervo al Señor y del profeta al Mesías.
• “Hemos encontrado al Mesías”. Él
pequeño Samuel había escuchado la voz de Dios que se dirigía a él en la noche y
en el ámbito del santuario. Los discípulos de Juan encuentran al que es la
Palabra de Dios a pleno día y en el espacio abierto cerca del Jordán.
• “Hemos encontrado al Mesías”. El niño
Samuel escuchó un mensaje de Dios que él había de transmitir al sacerdote Elí. Los
discípulos de Juan escuchan al enviado de Dios y comprenden que han de anunciar
a los demás la riqueza de ese encuentro.
- Señor Jesús, nos pasamos la vida
buscando algo que nos haga felices de verdad. Pero nuestras búsquedas nos dejan siempre
insatisfechos. Nuestra fe nos enseña que tú eres la verdadera meta de nuestra
búsqueda. Permítenos acompañarte y escuchar tu palabra, para que podamos
anunciarte gozosamente a nuestros hermanos. Amén.
José-Román
Flecha Andrés