LA LLAMADA Y EL ENVÍO
Domingo 3º del Tiempo Ordinario. B.
24 de enero de 2021
“Ponte en marcha y ve a la gran ciudad
de Nínive; allí les aunciarás el mensaje que yo te comunicaré” (Jon 3,1). Esta
misión debía de resultar repugnante para Jonás. Su misma conciencia se rebelaba
ante aquel mandato divino. ¿Cómo exhortar a la conversión a una ciudad que
despreciaba a Dios y sembraba la muerte en las tierras que conquistaba?
Si Jonás ignoraba aquella llamada no
era por despreciar a Dios sino para tratar de preservar la imagen de la
divinidad. Pero, en realidad, Jonás estaba juzgando al mismo Dios. No podía
admirtir que su misericordia cubriese a los malvados. Dios no debería
compadecerse de los que no tenían compasión de los que humillaban y aplastaban
con su poder asesino.
Sin embargo, ante la llamada de Dios
solo cabe la obediencia agradecida. Así lo manifestamos, repitiendo la
invocación del salmo 24: “Señor, enséñame tus caminos”. Sabemos que este mundo
es como el escenario de un teatro. Y san Pablo advierte a los Corintios -y a
todos nosotros- que la reprsentación de este mundo se termina (1 Cor 7,31).
LLAMADA Y PROMESA
El tema de la llamada aparece también
en el texto evangélico que hoy se proclama (Mc 1,14-20). Jesús camina por la
costa del lago de Galilea. Al pasar, encuentra
a dos pescadores que están arrojando el copo desde la orilla. Uno
es Andrés, que, siendo discípulo de Juan
el Bautista, ya había tenido un
encuentro con Jesús. El otro es su hermano Simón.
Jesús se dirige a ellos y los invita a
seguirle: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres” (Mc 1,17). Es cierto que Jesús no era un desconocido para
ellos. Pero ¿qué podía significar esa extraña promesa de hacerlos pescadores de
hombres? Sin embargo, dejaron las redes y siguieron inmediatamente a Jesús.
A
muy pocos pasos de distancia. Jesús vio a Santiago y Juan. Estaban en una
barca, varada a la orilla del lago, repasando las redes con Zebedeo, su padre.
También a ellos les dirigió la misma llamada. Ellos dejaron las redes y a su
padre junto con los jornaleros, saltaron a tierra y siguieron a Jesús.
SALIDA Y SEGUIMIENTO
Este encuentro que tiene lugar a la
orilla del lago de Galilea nos recuerda que la llamada obedece a la iniciativa
de Jesús. Y nos indica que esa llamada al seguimiento lleva consigo la entrega
de una misón.
• La llamada de Dios siempre lleva
consigo una salida. Así ocurrió con Abrahán, con Moisés y con Isaías. También
Jonás había de salir de su tierra. Los cuatro pescadores que Jesús encontró a
la orilla del lago tenían que dejar su trabajo. Y así ocurre hoy con todos los
que escuchan la llamada del Señor. La llamada de Dios relativiza nuestra comodidad,
nuestras posesiones y hasta nuestras
relaciones familiares.
• La llamada de Dios siempre lleva consigo
la invitación al seguimiento. En otros tiempos, Abraham y Moisés siguieron la
indicación del Dios que los enviaba recorrer caminos desconocidos. Jonás era
enviado a una misión que parecía abocada al fracaso. Los cuatro pescadores del
lago se decidieron seguir a Jesús y se fueron con él. La llamada de Dios exige
de nosotros la disponibilidad para seguir a Jesús, y ser testigos de su vida y su mensaje.
- Señor Jesús, te damos gracias porque
has pasado junto a nosotros y nos has invitado a seguirte por el camino. Tu
llamada nos honra. Con humildad y temblor hemos decidido seguir tus pasos. Que
tu gracia nos ayude a mantenernos junto a ti en la misión. Amén.
José-Román Flecha Andrés