CURANDO Y ORANDO
Domingo 5ş del Tiempo Ordinario. B.
7 de febrero de 2021
“Al
acostarme pienso: żCuándo me levantaré? Se me hace eterna la noche y me harto
de dar vueltas hasta el alba” (Job 7,4). Esta confesión de Job se repite todos
los días en nuestro derredor. Los achaques que vienen con la edad y los trastornos
causados por la epidemia hacen que muchas personas teman la llegada de la noche
y que suspiren por el amanecer.
Como
es habitual, el salmo responsorial nos da una respuesta adecuada con esta exhortación:
“Alabad al Seńor, que sana los corazones destrozados” (Sal 146). El destrozo de
los corazones puede deberse a muchas causas. Ahora bien, el Seńor nos exhorta a
ejercer la cercanía y a compasión a todas las personas que sufren.
En la
lectura continua que hoy se proclama, san Pablo confiesa que por predicar el
Evangelio, se ha hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles” (1 Cor
9,22). Seguramente, Pablo tenía presentas muchas debilidades humanas. Pero la
que se debe a la enfermedad no puede dejarnos indiferentes.
LA LEY
Y LA COMPASIÓN
El evangelio de Marcos nos presenta un día de
sábado al comienzo de la vida publica de Jesús (Mc 1,29-39). En él se resumen las
cuatro actividades de Jesús que habrán de constituir toda su misión. En primer
lugar se dedica a curar a los enfermos. Además expulsa los demonios. Se retira
en soledad para orar. Y predica la buena noticia tanto en las sinagogas como en
las aldeas.
El
relato de la curación de la suegra de Pedro es tan significativo que parece una
parábola en acción, en la que se nos ofrecen numerosos mensajes:
• En
primer lugar, la curación tiene lugar en un día de sabado. Jesús parece ignorar
las estricttas normas que imponen un descanso y las que impiden tocar a los enfermos.
Para él, la vida y la salud de la mujer son más importantes que todas las
prohibiciones rituales.
• Por
otra parte, es interesante el cambio de escenario. La mujer no ha podido acudir
a la sinagoga, pero el Maestro accede a llegar hasta su casa. Lo que no podía
sanar la antigua ley con sus ritos, lo consigue el Maestro con su presencia
compasiva.
• Finalmente,
el contacto con Jesús libera a la mujer de su postración, la ayuda a levantarse
y la dispone a servir tanto a Jesús como
a aquellos primeros discípulos que han comenzado a seguirle. De ahora en
adelate, la libertad de la persona ha de orientarla a la liberacion de los
demás.
LA BUENA
NOTICIA
Como
se sabe, al caer la tarde termina el descanso del sábado. Las gentes esperan el
atardecer para traer los enfermos para que Jesús les devuelva la salud. Llegada
la noche, Jesús se retira a orar. Y al amanecer, dice a sus discípulos:
“Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que
para eso he venido”.
•
Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas”. Es comprensible que las gentes
acudan a Jesús buscando la salud para sus enfermos. Sin embargo, él sabe que su
misión no puede reducirse a la solucion de los problemas inmediatos.
•
“Vámonos para predicar”. Jesús no es uno de los curanderos que por entonces
recorrían las aldeas ofreciendo recetas de salud. Él sabe que su misión tiene
por objeto predicar el anuncio del Reino de Dios y exhortar a las gentes a convertirse y
creer.
•
“Para eso he venido”. La compasión de Jesús es bien notoria. Con razón los enfermos y atribulados
buscarán su compasión y su ayuda. Pero Jesús sabe que ha venido a anunciar la
buena noticia a los pobres. Así lo
anunció en la sinagoga de Nazaret.
-
Seńor Jesús, conocemos el dolor de los enfermos que esperan, como Job, la
llegada del amanecer. Y recordamos la compasión con la que atendiste a la
suegra de Pedro. Queremos ser testigos de tu compasión y tu misericordia.
Queremos aprender a orar como tú. Y anunciar con alegría y fidelidad la buena
noticia del Reino de Dios. Amén.
José-Román Flecha Andrés