LA CONFIANZA

Domingo 1º de Cuaresma, B.

21 de febrero de 2021

 

“Convertíos y creed en el Evangelio”

(Mc 1,15)

 

Señor Jesús, el Evangelio de Marcos ha recogido las palabras que tú ibas difundiendo por Galilea al principio de tu misión. “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”. En realidad, aquellas palabras eran   el resumen de tu mensaje.

 En ellas me parece advertir una distinción entre el don de Dios y la tarea humana. No puedo pensar que dependan de nosotros el cumplimiento de los tiempos y la llegada de tu reino. A veces pienso que tengo que construir el reino de Dios. Seguramente no es una herejía. Es una ridícula pretensión infantil.

Dios es el Señor. Con tu nacimiento en esta tierra se ha cumplido el tiempo de la espera. Tú eres el mensajero del reino de Dios. Es más, tú eres el mismo reino de Dios. A mí me queda reconocer, como Simeón, ese cumplimiento de los tiempos y aceptar con admiración y gratitud el reinado de Dios. 

Esa mi respuesta a la iniciativa de Dios no es cosa de poco. Esa llegada del reino de Dios me desafía e interpela profundamente. Exige de mí la conversión y la fe. Es decir, la revisión y la sustitución de esos pilares ruinosos sobre los que yo trataba de asentar mi existencia.

Durante algún  tiempo he pensado que la conversión era algo así como el cambio de la mentalidad. Como si todo mi ser dependiera solamente de las ideas. Soy hijo de un tiempo en el que se dice que pensamos luego existimos. Pero eso no basta. La conversión es una nueva creación. Exige acomodar toda mi existencia al proyecto de Dios.

Y durante algún tiempo he pensado que creer era aceptar algunas verdades que me resultaban incomprensibles. Creer era para mí una renuncia dolorosa a las ideas y razones que me ofrecían como evidentes. Pero tú mismo me has hecho ver que creer es confiar en Dios y decir con humildad: “En tus manos encomiendo mi espíritu”.

Ya sé que no es fácil. Pero tú me has dado ejemplo.

 

José-Román Flecha Andrés