IV DOMINGO DE CUARESMA
(B) (Juan,
3, 14-21)
- Desde nuestras solas categorías humanas, los hombres no podemos
valorar el infinito amor que Dios nos tiene. Por eso, ante esa afirmación de
hoy:
“Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo
Unigénito”
no cabrían más
reacciones humanas que estas:
- No tomárnoslo en serio. Lo que sería una
ofensa a su Amor y Sabiduría.
- O, anonadarnos ante este Misterio de su
Amor y exclamar: ¡Señor, me parece una locura lo que estás
diciendo, que entregas a Tu Hijo por amor a los hombres. ¡Desde mi
capacidad humana, no encuentro razones lógicas para que puedas amar al hombre
hasta este extremo!
- Tal vez podríamos ilustrar
esta “locura” o “sin razón” del Amor de
Dios al hombre, con algo, a otra
escala, que ocurre en el amor humano que, cuando queremos a una persona profundamente:
¡no necesitamos razones para querer!
- Ni la madre
quiere al hijo por calculadas razones.
- Ni los novios se
quieren por razonamientos humanos.
- Ni tampoco el
marido y la mujer que están de verdad enamorados.
Es más, cuando para mantener un amor hay
que andar hurgando para buscar razones,
¡ese amor ya se está deteriorando!
- Y es que el verdadero amor
es ilógico, “irracional”, y embarca en
la ventura de amar a una persona. Y así, pero a lo divino, ¡es como Dios nos quiere!
- De ahí que, las preguntas
que Lope de Vega se hace en un famoso soneto:
¿Que tengo que mi amistad procuras?
¿Que interés se te
sigue, Jesús mío,
que a mi puerta,
cubierta de rocío,
pasas las noches del
invierno oscuras?
¡se
quedan sin respuesta! porque el Señor, cuando ama, ni busca nada, ni persigue
interés alguno. ¡Simplemente nos ama!
- Pero además, conviene
advertir que el amor de Dios es muy personal. Nos ama a cada uno con el mismo
amor infinito que ama a
- El Evangelio de hoy debiera
ser como un “test” a nuestro amor a Dios.
¿No es verdad que a la vista de este amor
ilógico y loco de Dios, el nuestro es todavía demasiado “sensato” y necesitamos
de demasiadas razones?
- Estamos lejos de sentir, en lo profundo,
aquellos versos de otro insigne poeta:
“No me mueve mi Dios para quererte, / el cielo que me tienes prometido /
ni me mueve el infierno tan temido, / para dejar por eso de ofenderte..... Guillermo Soto
P R O E M I O IV Domingo de Cuaresma (Ciclo B) (Jn.3,14-21)
Sintetizar el tema del Amor de Dios en el espacio de una homilía me parece un
atrevimiento. Hacerlo en el brevísimo espacio de un Proemio, lo considero una
falta de respeto. Por eso en esta ocasión permitidme que os remita a