EL QUE VIENE

Domingo de Ramos, B.

28 de marzo de 2021

 

“Bendito el que viene en el nombre del Señor”

(Mc 11,9)

 

Señor Jesús,  tú sabes que estamos demasiado ocupados con nuestros trabajos, nuestros intereses y nuestros miedos. Todo eso absorbe hasta tal punto nuestra atención que necesitamos un descanso. Así que el tiempo que nos queda libre lo dedicamos a lo que llamamos nuestras diversiones.

 Por eso y por otras razones, para muchas gentes de nuestro entorno tú eres un desconocido. Eres un  ausente al que no se echa de menos. No se cuenta contigo para nada, no se te extraña, no se te espera. Son pocos los que permanecen atentos a tu posible venida.

Pero no quiero acusar a nadie. Yo formo parte de esa amplia sociedad de gentes ocupadas en mil asuntos que parecen imprescindibles. Tampoco yo tengo tiempo para pensar en ti, para leer tu palabra, para imaginar el ritual que yo debería preparar para acogerte en mi vida.

Es verdad que te considero como un amigo. No tengo nada contra ti. Sin embargo, quiero ser sincero. A veces me parece que una visita tuya me resultaría un tanto fastidiosa. Tengo tantas cosas importantes que hacer en la vida que me parecería estar perdiendo tiempo en atenderte.

Hoy es habitual recordar a todos los que te vieron montar en una borriquilla en Betfagé y te acompañaron gozosos por aquella bajada del Monte de los Olivos. Me alegra imaginar la alegría y alborozo con que agitaban los ramos, al tiempo que te bendecían como al que llegaba en nombre del Señor. 

Yo sé que pasas junto a mí todos los días y a todas las horas. Te pido perdón por tantas ocasiones en que he ignorado tu paso. Te ruego que disculpes mis distracciones. Y que no tengas en cuenta esa incoherencia de considerarme como uno de los tuyos y, sin embargo, no levantar la voz para anunciar tu presencia.

Bienvenido seas a mi vida. Te reconozco como mi único Maestro y como el  Señor de mi vida. Bendito tú, que vienes en nombre del Altísimo. Amén.

 

José-Román Flecha Andrés