SEMANA
DE PASION
(29.30.31 de Marzo 2021)
LUNES SANTO
Lecturas bíblicas
a.- Is. 42, 1-7: El Siervo del
Señor es manso, pero tenaz.
La
primera lectura, corresponde al primer cántico del Siervo sufriente (cfr. Is. 49,1-6; 50, 4-9; 52,13-53,12). Este Siervo, el Ungido,
es elegido por Yahvé, renovar la alianza hecha con Israel y llevarla a todas
las naciones (v.1). Yahvé nos presenta al Siervo al que confía una misión.
Yahvé loe elige, sostiene se complace en él y su espíritu desciende sobre él,
para que lleve el derecho a las naciones. Una característica de su función, nos
será la fuerza y brillantez, como Ciro (Is.41,25), sino con sencillez y
humildad (v.3). Obrará con lealtad hasta implantar el derecho sobre las
naciones y hasta las islas llegará su instrucción (v.4). Hay un señorío estable
de Yahvé sobre el cosmos, da aliento a los pueblos y espíritu a los que los
habitan (v.5). El profeta regresa la mirada al modo como Yahvé toma de la mano
al Siervo y “te formé” (v.6), como si fuera el primer hombre (cfr.Gn.2,7),
destinado a ser alianza del pueblo y luz de las gentes (v.6). Es como si con
este Siervo todo comenzara de nuevo: nuevo mundo, nuevo orden, la realidad
cambia por medio de la nueva alianza realizada con su pueblo cimentada en la
justicia. La misión del Siervo, como la de los deportados por Ciro (Is.41,2),
establecerá paz y bienestar, destacando su aspecto liberador: el Siervo a los ciegos,
incluidos los paganos, abrirá sus ojos y verán la revelación, redimirá a los
presos y a quienes viven en las tinieblas del error (vv.6-7). La elección del Siervo conlleva matices que
hace de este personaje alguien importante. La vocación del Siervo contiene los
elementos propios de la llamada de Yahvé a un profeta, como a Jeremías, a quien
también forma y destina como profeta de las naciones (Jr.1,5), sin embargo, la
misión del Siervo es mayor que la de todos los profetas al convertirse en
alianza del pueblo y luz de las naciones. Este Siervo recibe la efusión del
espíritu de Yahvé, como jueces y profetas (cfr.Jc.3,9-11;1Sam.10,9-10;16,13),
como el retoño de Jesé (Is.11,1-2), futuro Mesías. La formación del Siervo por
parte de Yahvé, trae a la memoria la creación del hombre, hecho de barro (cfr.
Gn.2,7), sin embargo, el primer hombre pecó rompiendo el pecto entre Yahvé y el
hombre (Gn.3,1-24), el Siervo con su lealtad reconstruirá la alianza, porque
fue llamado a servir en justicia. La misión del Siervo ser “alianza del pueblo”
consistirá en restablecer el pacto sellado por Dios en el Sinaí (Ex.19-21), que
Israel rompió con sus infidelidades (Jer.8-9). El Siervo, con su fidelidad en el ejercer su tarea, atraerá a los paganos,
demostrando el señorío de Yahvé sobre el resto de Israel, sobre la historia, y se
convertirán. Luz de las naciones, será el pueblo haga el pacto con Yahvé que
atraerá a las naciones a Sión, puesto que serán
testigos de la acción salvadora de Dios en la historia (Is.66,12-23).
Es
Jesús de Nazaret, quien se identifica con el Siervo y su misión (cfr. Mt.12,28-21),
recibe en plenitud el espíritu (cfr. Mt.3,16; Jn.1,32-34). La misión de Jesús
trasparenta la del Siervo y la lleva a su plenitud cuando: responde la pregunta
del Bautista (cfr. Mt.11,1-10); es luz que viene de lo alto para los que viven
en tinieblas (Lc.1,79; Jn.8,12), y cuando sana y proclama la verdad, como
fuente de libertad (cfr.Lc.7,22; Jn.8,12;9,7), para los que creen.
b.- Jn. 12, 1-11: Unción de Jesús en Betania.
En
este evangelio, vemos a Jesús viajar a Betania, cena con una familia amiga
(vv.1-2), María unge a Jesús y reacción de Judas (vv.3-6), y reacción de Jesús
(vv.7-8). Comentario final del narrador (vv.9-11). Es una nueva comunidad:
Lázaro, el que había resucitado, Marta y María, sus hermanas. Durante la cena,
María, unge los pies de Jesús, con un perfume de nardo carísimo, cuyo olor
invade toda la casa; con sus cabellos enjuga los pies del Maestro (cfr. Ct. 1,
3.12; 7,6). María, se encuentra plenamente centrada en Jesús. Lo que hace con
ÉL, no es el lavado ritual de bienvenida, que suponemos ya le había ofrecido el
dueño de casa, sino algo completamente distinto. Unge los pies de Jesús con
perfume y luego los seca con sus cabellos, parte del ungüento queda en la
cabellera de María. Por toda la casa se esparció el olor de aquel ungüento
(cfr. Ct. 1,12). María, en este momento representa a la nueva comunidad, la
Iglesia- Esposa que rinde un homenaje de adoración y amor a Jesucristo, unida
amorosamente al sacrificio de Cristo- Esposo. A la generosidad, que no conoce
límites de la mujer en el don, se contrapone, el egoísmo de Judas Iscariote
(vv.4-6). Jesús defiende la acción de la mujer, porque en cierta forma está
anunciando su próxima muerte. La referencia a los pobres, quiere recordar, que
primero está la entrega del discípulo a Cristo y, desde esa entrega, tiene
sentido en la nueva comunidad eclesial la ayuda a los pobres. Dios se
identifica con ellos, serviles, es encontrar a Jesús. Pero el amor a los pobres,
no dispensa de la adoración personal a Dios. Otro ambiente, muy distinto, se
vive fuera de la casa, muchos vinieron a ver a Jesús y a Lázaro, pero eso trajo
como consecuencia que los Sumos sacerdotes dieran sentencia de muerte también
contra Lázaro (vv.10-11), porque por su causa muchos creyeron en Jesús.
El Bto. Francisco Palau hace una férrea defensa de
la vida contemplativa representada por María de Betania. “María es
despreciada… inútil. Pero María es la amada y privilegiada de
Jesús, y El por sí y para sí se la toma por compañera y se reserva el poder de
defenderla… porque María es la que inclina con su amor, ata, liga y encadena
con su oración a Dios y lo vuelve propicio y favorable, le desarma, le aplaca,
ella gobierna el mundo, venciendo a Dios con su amor, ella se enseñorea de Dios
y con Dios ella dispone de los destinos del mundo; ella destrona los más
poderosos reyes y levanta los imperios arruinados; ella es la mujer del cordero
[Ap 12,1] que sentada con El en un trono, ciñe una
corona que no perderá jamás…Jesús es su defensor (Jn.12,7-8)” (Bto. Francisco
Palau. Cta.73).
MARTES SANTO
Lecturas bíblicas
a.- Is. 49,1-6: Te hago luz de
las naciones
En
este segundo cántico del Siervo de Yahvé, se presenta a sí mismo. ÉL convoca a
las islas y pueblos lejanos, es decir, las naciones, a que lo escuchen, pues ÉL
es el mediador de la salvación que alcanza los confines de la tierra. Les
presenta su vocación y misión: llamado por Dios, desde el seno de su madre
(v.1; cfr.Sal.2,7; Jr.1,5). La misión del Siervo tiene carácter profético, por
que es por medio de la palabra que el profeta anuncia la palabra de Dios. La
mención del seno materno, evoca la intención de Dios sobre el Siervo antes que
venga a este mundo. Yahvé lo elige, al Siervo, será su favorito, no por méritos
propios, sino porque lo escogió de antemano (1Jn. 4,19).
El
Siervo tiene conciencia de su vocación y misión cuando proclama: me llamó,
recordó mi nombre, me escondió en la sombra de su mano, me guardó en su aljaba
(v.2). Mientras la aljaba evoca el aspecto guerrero de Dios que defiende a su
pueblo, la mano rememora la protección maternal de parte de Dios (Is.49,15). Invocar
el nombre de la persona, si lo hace Dios, es para confiarle una misión y
sostenerlo en ella (Ex.3,4.10; Jc.16,28). La misión viene metafóricamente
presentada como espada afilada y saeta aguda (v.2; Sal.57,5). La espada,
rememora el sufrimiento de quien es fiel a Yahvé, y se vislumbran las
dificultades que encierra la misión. El Siervo podrá distinguir entre el bien y
el mal, puesto que cargará las dolencias de todos y conocerá la luz
(Is.53,4.11).
El
Siervo refiere las palabras que Yahvé le dirige: “Me dijo: Tú eres mi siervo
(Israel), en quien me gloriaré.” (v.3). El Siervo representa al resto fiel al
querer divino y da la posibilidad de la alianza entre Dios y su pueblo. Israel
vuelto sus pasos a Dios, se convierte, en testimonio de la gloria de Dios entre
las naciones, pero la infidelidad del pueblo, ha rechazado esa misión (cfr.
Is.3,1-15; 5,1; 42,6). Seré el Siervo quien asuma esta tarea con el resto de
Israel, Yahvé le asegura que se gloriará en él. Esta glorificación se refiere a
Israel, puesto que Yahvé se manifiesta por medio del testimonio de su pueblo convertido,
pero al rechazar dicha elección será el Siervo quien manifestará la gloria de
Dios. Desde esta perspectiva si el Siervo refleja la gloria de Dios, con él
Israel y todas las naciones entran en la orbita de la salvación. Así como con
el Siervo de Yahvé extiende la salvación a todas las naciones, de la misma
manera el Padre, se complace en Jesús (Mt.3,179, el Siervo auténtico, hecho
hombre, por quien la salvación a llega a toda la humanidad (Lc.2,30-32).
Cuando
el Siervo se hace preguntas, pensaba, como el pueblo, que Dios lo había
abandonado (v.4). Ser alianza del pueblo y luz de las naciones contiene
sufrimiento, espacio de encuentro entre Dios y el Siervo (cfr.Is.53,10-12).
Será en el oprobio cuando el Siervo será glorificado, Yahvé será su fuerza
(v.5). Será Jesús de Nazaret quien siendo de condición divina se hizo obediente
hasta la muerte para que la humanidad reconociera que Jesús es Señor para
gloria de Dios Padre (Flp.2,8-11; Jn.17,5). Cuando los apóstoles deciden ir a
los gentiles, debido a la cerrazón de los judíos, cumplirán la tarea del Siervo
señalado como luz de las gentes (cfr. Hch.13,47). Cristo Jesús, llegará a todas
las naciones, será luz para ellas, debido a la predicación y testimonio de la
Iglesia apostólica.
b.- Jn.13, 21-33. 36-38: Traición de Judas y anuncio de la
negación de Pedro.
El
evangelio nos presenta el anuncio de la traición de Judas (vv.21-30), y las
negaciones de Pedro (vv.36-38). Dentro del relato de la Cena del Señor, se
viven momentos muy fuertes para Jesús: como anunciar que uno de los Doce lo va
a traicionar; el pan mojado en el plato, y que Jesús entrega a Judas (vv.
26-28) y ante esa traición, proclama el mandamiento del amor (vv. 34-35). Los
tres apóstoles, en la cena se presentan tal cual son, en sus vidas: Juan como
el discípulo amado, Judas como el traidor, y Pedro el que vacila. Jesús sufre
en lo interior, se conmueve ante el rechazo del amor que vive Judas, porque
rechaza al Padre, y su salvación, más
aún rechaza a su Enviado (cfr. Jn. 11,33; 12,37).
Aquí el término entregar, tiene un sentido pleno, ya que el discípulo, Judas,
entrega a su Maestro, a su vez los Sumos sacerdotes, lo entregarán a Pilato, y
éste a sus soldados para que lo crucifiquen (cfr. Jn.
18, 30. 35. 36; 19, 16). Esta entrega, en la mentalidad de Juan, es obra del
mundo de las tinieblas, en definitiva de Satanás. Los discípulos, no sospechan
de Judas. El discípulo amado, Juan pregunta quién es el traidor a Jesús, por la
insistencia de Pedro, y Jesús le revela con el
signo de la entrega del bocado, quién es la persona (cfr. Jn. 6, 64. 71). Será un bocado lo que delate a Judas, pero
en ese bocado, era el mismo Jesús (cfr. Jn. 6), quien
se entrega a Judas, como última esperanza para recuperarlo. En el fondo, Judas,
comió su propia condenación (cfr.1 Cor.11, 29), puesto que tras el bocado,
entró Satanás (v. 27). Los discípulos, piensan en la festividad de la Pascua:
creían que Jesús le mandaba comprar algo para la fiesta, cuando la verdadera
Pascua era esa última Cena con su Maestro. La limosna a los pobres,
recuerda que ellos son los que realmente
los que constituyen las comunidades de Jesús; entregar la vida a ellos, como
servicio al prójimo como hizo ÉL. La noche, anota Juan, luego de salir Judas,
anuncia las tinieblas que vienen provocadas por la ausencia de Jesús, oscuridad
densa en que entraba Judas (v.30). Se levanta, sale para hacer un éxodo, en
dirección totalmente contrario al de Jesús y sus discípulos, va hacia la noche
del sinsentido de la existencia, el vacío de la noche más profunda que acaba en
suicidio (cfr. Mt. 27, 5). Jesús, se despide de sus discípulos, les recuerda
que lo buscarán, pero no lo podrán seguir hacia donde ÉL va, lo que da pie a
Pedro para decirle que está dispuesto a seguir donde vaya, está dispuesto a dar
la vida por ÉL (vv.35-36). No termina de comprender que para dar la vida como
Jesús, primero hay que unirse a su designio de amor redentor: comunión con ÉL y
con la voluntad del Padre. Pedro, entiende que Jesús va a morir, quiere
acompañarlo, pero no cuenta con su debilidad. La respuesta que le da es que más
tarde lo seguirá (v.37-38), pero esa misma noche le negará tres veces. Este
capítulo comenzó con el amor infinito de Jesús por sus discípulos, en un
contexto de celebración de la verdadera Pascua, la Eucaristía, la respuesta de
amor incondicional de Juan, por su Maestro, la traición de Judas, que rechaza
dicho amor y termina con las dudas de Pedro, que demuestran que falta madurar
en su entrega a la intención de Jesús. Les falta que Cristo viva su misterio
pascual y descienda la fuerza del Espíritu Santo, para que alcancen su plenitud
de fe y seguimiento del Resucitado.
El
Bto. Francisco Palau nos enseña: “Instituyó Cristo en la Cena el sacramento de
la Eucaristía. Comulgó Pedro, comulgaron los apóstoles... y por la comunión se
incorporaron sacramentalmente y moralmente a su Cabeza Jesucristo y así tomó
creces el cuerpo (1Cor.5,7; Jn.19,34).”
(P. Francisco Palau. MR 11, 5).
MIERCOLES SANTO
Lecturas bíblicas
a.- Is. 50, 4-9: Pasión del
siervo del Señor.
Este
tercer cántico del Siervo de Yahvé nos presenta su personalidad. Lo primero se
siente sostenido por Yahvé en todo momento, lo que se opone a lo siente el
pueblo, el abandono de Dios (cfr. Is.49,14; 40,27). Se convierte en discípulo
de Yahvé, también se opone al sentir del pueblo que rechaza la enseñanza de
Dios (v.4; Is.48,18). Finalmente, la misión del Siervo va por la vía del
sufrimiento (v.6), pero siempre sostenido, con la enseñanza y la justificación
de parte de Yahvé (Is.50, 4.6.7-8). Al concederle su espíritu Yahvé le abre al
Siervo su oído y lo hace su discípulo (vv.4-5) lo que implica apertura para
escuchar la palabra, saber que el sufrimiento es parte de la misión y la fuerza
que viene de la confianza en Dios (vv.6-9). Al Siervo le ha concedido Yahvé,
lengua de discípulo, dócil, para llevar esperanza al cansado (v.4). Si bien
Dios ofreció su enseñanza al pueblo y éste la rechazó ahora es el Siervo que
asume esa enseñanza y la comunica al abatido (vv.4-5; cfr. Is.49,17-18; 40,29).
El Siervo no acumulará conocimientos, sino que le servirán, para ser mediador
entre Dios y su pueblo. El rechazo del pueblo será fuerte. Por esto el Siervo
sufrirá la ignominia: le mesarán la barba (2S 10,1-5), recibirá golpes en sus
espaldas, su rostro recibirá insultos y salivazos, sin embargo, el Siervo
permanecerá fiel. “Puse mi cara como el pedernal” (v.7; cfr. Dt.8,15;
Sal.114,8; Jb.28,9), viene a significar, firmeza del Siervo ante las
contrariedades (vv.8-9; cfr. Ez.3,8-9). Justificar al Siervo, representa a la
comunidad convertida a Yahvé, vive su según el orden que estableció el Creador
(Gn.1,31). El Siervo, es justificado porque con sus enseñanza y conducta
representa la fidelidad requerida por Dios, para establecer la alianza entre
Dios e Israel y las naciones gentiles. La firmeza del Siervo viene de saberse
sostenido por Yahvé y la certeza de no verse defraudado quienes se apoyan en
Yahvé (v.7; Sal.25,3). Aceptar dicha justificación, lo convierte en fuente de
justificación para muchos, lo que significa que Israel y las naciones puedan
recuperar la comunión deseada por Dios desde el comienzo de la creación. Los
enemigos del Siervo, que rechazan la dimensión redentora de su misión, son como
vestidos carcomidos por la polilla, imagen del hombre en la ruina, infiel,
enemigos de Yahvé, que serán derrotados (vv.8-9; cfr.Jb.13,28; Os.5,12). Jesús
de Nazaret, el Siervo definitivo, su entrega a la pasión, muerte y
resurrección, trae la salvación a toda la humanidad. ÉL aprende la enseñanza
del Padre y asume los golpes y salivazos anunciados al Siervo (cfr.Jn.3,11-13;
Mt.26,57; 27,30). En la entrega de Jesús, apogeo de la entrega del Siervo,
todos hemos sido justificados (Rm.8,31-33), para restablecer la alianza y
comunión con Dios Padre. Hay confiar en Yahvé y apoyarse en nuestro Dios.
b.- Mt. 26,14-25: Traición de Judas y preparativos de la
Cena pascual.
El
evangelio nos presenta la traición de Judas (vv.14-16), los preparativos para
la Cena pascual (vv.17-19), el anuncio de la traición de parte de Jesús
(vv.20-25). Judas Iscariote, lo entregará en manos de los enemigos, hay un
acuerdo monetario entre el apóstol y los sumos sacerdotes. El precio de la
traición había sido anunciado por la Escritura (cfr. Zac. 11,12-13; Zac. 9, 9).
Quizás en la mente del evangelista está como trasfondo la figura de Ajitófel, que traicionó a David (cfr. 2Sm.17, 23). La
figura de Judas representa, el rechazo del pueblo de Israel a Dios, a Jesús, al
Mesías; su final, es una seria advertencia a la comunidad eclesial, el nuevo
Israel. Todos los discípulos fueron invitados por Jesús, a formar parte de una
comunidad de vida, también Judas, solo ellos son los conocedores de los
misterios de Dios. El fracaso de Judas, tiene un precio, treinta denarios de
plata. ¿Cómo pudo traicionar a Jesús? El corazón humano es un abismo y la
libertad, hace que el hombre opte lo que puede convertirse en un estado de
gracia y paz o desesperación y muerte. Nadie se imagina el dolor de Jesús en su
corazón, por haber acogido a Judas entre los suyos, y no abrir su corazón a su
amor redentor. Encerrado en sí mismo, Judas paga caro el orgullo de no pedir
perdón, y se condena a sí mismo al suicidio. Había escuchado muchas veces a
Jesús, predicar sobre el amor de Dios por el hombre, de su misericordia para
con quien peca, Judas no acoge la gratuidad del amor. La Última Cena de Jesús,
fue la celebración judía de la cena pascual. ÉL era considerado el jefe de esta
nueva familia, cenará con ellos, como cualquier padre en Israel. Esta familia,
es formada por libre elección; no se dice nada, de quién le prestó la sala para
el festín (cfr. Mc. 14, 13; Mt. 21, 1-3). Sin embargo, Jesús está preocupado
que se acerca su Hora, su tiempo que está por cumplirse (v. 18). Su Hora de
pasar de este mundo al Padre. Este es su tiempo, no otro, y que no posee
siempre. Es el Padre quien lo ha determinado, Jesús sabe que su Hora se acerca.
Jesús dispone de hacer todo lo acostumbrado para celebrar la Pascua (cfr. Mt.
14,13-21; 15, 32-39). “Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar” (v.21),
palabras de Jesús que pone en crisis a todos los discípulos. Sólo Judas lo
llama Maestro, no Señor, como los otros discípulos; Judas está fuera, ya no
comparte el destino del Maestro. El lamento de Jesús, muestra que todos pueden
estar implicados en la traición y en que lo abandonen. Con todos esos detalles,
Mateo, nos enseña que Jesús era el único Maestro y Señor, a quien los
discípulos obedecen con docilidad.
El
Bto. Francisco Palau nos invita darle mayor sentido eclesial al acto de
comulgar: “Cristo da su cuerpo y su sangre, dase todo a su esposa, la Iglesia,
esto es, a la congregación de los que comulgan...y por este sacramento el que
comulga se hace a más miembro de un mismo cuerpo con los demás comulgantes” (P.
Francisco Palau. MR 3, 9).
P.
Julio González C.
Pastoral
de Espiritualidad Carmelitana.