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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
I Semana de Adviento
Miércoles
Salmo 22
El salmo 22, uno de los más bellos de todos, comienza con una afirmación
atrevida: “El Señor es mi pastor, nada me falta”. Este creyente que se sabe guiado
y acompañado por la mano firme y protectora del pastor, proclama con tranquila
audacia su ausencia de ambiciones. Tiene todo lo que necesita: conducción,
seguridad, alimento, defensa, escolta, techo donde habitar... Difícilmente anidarán
en su corazón la agresividad, la envidia, la rivalidad, todas esas actitudes que
amenazan siempre el convivir con los otros fraternalmente.
Este salmo es el canto de los nuevos bautizados que van por vez primera,
después de su bautismo y confirmación, a la celebración eucarística. No se puede
hacer una homilía sobre el Pastor sin hablar de la Eucaristía a la que el Pastor nos
conduce para reunirnos en un solo Pueblo y darnos su alimento.
San Cirilo de Jerusalén al respecto dice: “Has preparado una mesa delante de
mis ojos, frente a los que me persiguen. ¿Qué otra cosa puede significar con esta
expresión sino la Mesa del sacramento y del Espíritu que Dios nos ha preparado?
Has ungido mi cabeza con óleo. Sí. El ha ungido tu cabeza sobre la frente con el
sello de Dios que has recibido para que quedes grabado con el sello, con la
consagración a Dios. Y ves también que se habla del cáliz; es aquél sobre el que
Cristo dijo, después de dar gracias: “Este es el cáliz de mi sangre” 1 .
San Ambrosio comenta el mismo salmo y le da la misma explicación: “Escucha
cuál es el sacramento que has recibido, escucha a David que habla. También él
preveía, en el espíritu, estos misterios y exultaba y afirmaba “no carecer de nada”.
¿Por qué? Porque quien ha recibido el Cuerpo de Cristo no tendrá jamás hambre.
¡Cuántas veces has oído el salmo 22 sin entenderlo! Ahora ves qué bien se ajusta a
los sacramentos del cielo” 2 .
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)
1 Catequesis Mistagógicas IV. PG 33, 1.101. 1.104
2 AMBROSIO DE MILÁN. Los sacramentos, 5. 12-13