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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
I Semana de Adviento
Viernes
Salmo 26
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de
mi vida, ¿quién me hará temblar?
Mi luz y mi salvación eres tú, Tú la linterna en mis noches de neón, Tú mi
suero en horas deshidratadas, Tú mi antivirus, Tú mi insegura estabilidad, mi paz
armada, mi frustración vencida, mi rutina hecha primavera.
El Señor es mi luz. Cristo es mi luz, es decir: mi fiesta. Mi alegría, mi brújula y
mi razón de ser,
la estrella que me guía y me alucina, mi salvación y mi amor.
Cristo es un sol para mí. Si él se apaga, si él se aleja, todo será noche e
invierno. Cristo, tú eres mi sol. Quiero girar siempre en tu órbita, quiero vivir de tu
energía, quiero vivir para ti. Y quiero lo mismo para los hermanos, que seas para
todos un sol.
La verdad es que siento una indecible alegría y que no temo nada. ¿Quién
puede separarme de mi sol? ¿Quién será capaz de apagar mi sol? Sólo él podría
castigarme eternamente, si se eclipsa para mí.
Yo sólo pido una cosa, sólo una cosa buscaré: contemplar más cerca el rostro
de Cristo, y sentarme a sus pies, para escuchar sus divinas palabras en compañía
de todos mis hermanos. Esta será mi dicha para siempre, toda mi vida para
siempre; y sé que me será concedido.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)