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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
II Semana de Adviento
Lunes
Salmo 84
El Salmo 84 que acabamos de proclamar es un canto gozoso y lleno de
esperanza en el futuro de la salvación; nuestro dios viene a salvarnos. Este es un
precioso don de Dios, que se preocupa de liberar a sus hijos de la opresión y se
empeña por su prosperidad. El Señor actúa eficazmente, revelando su amor a la
hora de perdonar la iniquidad de su pueblo, de cancelar todos sus pecados, de
deponer todo su desaire y de poner fin a su ira (Cf. Salmo 84,3-4).
La afirmación, “la verdad brotará de la tierra, y del cielo vendrá la justicia”, no
es sólo una imagen maravillosa, sino la definición misma de la “religión”: religar,
establecer relación, entre la tierra y el cielo, entre el hombre y Dios. Los
campanarios, los minaretes, y todas las arquitecturas religiosas del mundo,
apuntan hacia el cielo como una especie de signo simbólico.
“La verdad brotará de la tierra”. Ha habido épocas en que se ha querido
rebajar al hombre como si fuera totalmente incapaz de descubrir la verdad. La
Biblia es más optimista y moderna, ya que nos habla de una especie de encuentro
recíproco: la tierra busca al cielo y el cielo busca a la tierra...
Dios y el hombre se buscan mutuamente, se miran el uno al otro. Al observar
las ojivas que estructuran las bóvedas de nuestras catedrales, se ve justamente
este doble movimiento, estas dos búsquedas que se apoyan la una sobre la otra, y
no pueden mantenerse la una sin la otra. La gracia y la libertad son necesarias. La
gracia, sin la respuesta del hombre, es estéril desgraciadamente. El esfuerzo del
hombre sin la gracia está abocado al fracaso. Señor, inclínate hacia mí, mientras
me esfuerzo por hacer germinar mi vida.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)