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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
II Semana de Adviento
Miércoles
Salmo 102, 1-4.8.10
El Señor es compasivo y misericordioso. Un pecador perdonado sube al Templo
para ofrecer un “sacrificio de acción de gracias”. ¡Es un himno al amor de Dios! El
Dios de la Alianza.
¡Dios es bueno! ¡Dios es amor! ¡Dios es Padre! Jesús no hará otra cosa que
tomar las palabras de este salmo: “con la ternura de un padre con sus hijos”...
“Padre nuestro, que estás en los cielos, perdona nuestras ofensas”.
Y el resultado de este amor, ¡es el “perdón”! Se escucha ya la parábola del
“Hijo pródigo”. (Lucas 15,1-32). Se escuchan ya estas palabras: “Amen a sus
enemigos, entonces serán hijos del Dios Altísimo, porque El es bondadoso con los
ingratos y los malos”. (Lucas 6. 27-38).
El salmo 102 es el gran salmo de la ternura de Dios. La ternura es, ante todo,
un movimiento de todo el ser, un movimiento que oscila entre la compasión y la
entrega, un movimiento cuajado de calor y proximidad, y con una carga especial de
benevolencia. Para expresar este conjunto de matices disponemos en nuestro
idioma de otra palabra: cariño.
Ciertamente, la Biblia, cuando intenta expresar el cariño de Dios, siempre saca
a relucir la figura paterna, debido sin duda al carácter fuertemente patriarcal de
aquella cultura en que se movieron los hombres de la Biblia. No obstante, si
analizamos el contenido humano de las actividades divinas, llegaremos a la
conclusión de que estamos ante actitudes típicamente maternas: consolación,
comprensión, cariño, perdón, benevolencia. En suma, la ternura.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)