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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
II Semana de Adviento
Viernes
Salmo 1
“Dichoso el hombre que no escucha el consejo de los malvados, ni se
entretiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los necios.
El Salmo 1 fue colocado por el redactor como un pórtico de todos los demás. En él,
Dios muestra al hombre los dos caminos que puede seguir en su vida y le exhorta a
seguir el del bien, que lleva a la felicidad y a una existencia en plenitud;
rechazando el del mal, que lleva al sinsentido y a la nada. El Salmo 150 es la
conclusión del libro. Presenta la actitud del hombre verdaderamente sabio, que se
ha dejado educar por Dios y le responde dándole gracias y bendiciéndole. Son como
el marco que encuadra todo el salterio. En el Salmo 1 Dios nos habla y en el Salmo
150 el hombre responde.
Este primer Salmo se refiere en primer lugar al camino de los malvados, y en
segundo lugar al de los buenos: En el juicio los impíos no se levantarán... “El
cristiano, con la doctrina del evangelio, puede profundizar más en la justicia de
Dios, en el más allá, en la recompensa eterna. El impío no podrá afrontar el juicio
de Dios que lo fulminará, lo mismo que su presencia le resulta incómoda y a veces
insoportable cuando se halla entre los justos, entre los fieles, entre aquellos que él
ha perjudicado u oprimido. San Pablo nos recuerda: “turbación y angustia sobre
todo el que hace el mal” (Rm 2, 9), “calamidad e infelicidad en todos sus caminos”
(Rm 3,16).
En cambio el Señor cuida del camino de los justos, su providencia se encarga
de ellos, de su camino, de su recompensa final, Dios conoce el camino del justo, es
decir, lo ama y favorece, se interesa por él. El camino de los impíos perecerá. Ni
siquiera se hace mención de Dios. Quien nunca lo quiso perecerá en su soledad
radical y en su tristeza. Dos caminos bien delimitados, claros: el del bien y el del
mal. El salmo primero nos lo muestra y nos anima a seguir el camino del bien con
el conocimiento de la Ley del Señor y con la vivencia de la misma. Ahí está el bien,
la paz y la felicidad. La felicidad del hombre está en Dios: “feliz el pueblo cuyo Dios
es el Señor…” (Sal 143)
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)