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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
Día 5 de Enero
Salmo 99
Este salmo es una exhortación a la alabanza y a la acción de gracias por la
suma bondad de Dios, hacedor de todo y pastor de su pueblo, hace que se le hayan
de dar incesantes gracias.
No invita a la oración. Basta fijarnos en los verbos en imperativo:
“Aclamen…, sirvan al Señor con alegría, entren en su presencia con aclamaciones.
Sepan que el Señor es Dios... Entren por sus puertas con acción de gracias, por sus
atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre” (vv. 2-4). Se trata de
una serie de invitaciones no sólo a entrar en el área sagrada del templo a través de
puertas y atrios (Cfr. Sal 14,1; 23,3.7-10), sino también a aclamar a Dios con
alegría.
Es una especie de hilo constante de alabanza que no se rompe jamás,
expresándose en una profesión continua de fe y amor. Es una alabanza que desde
la tierra sube a Dios, pero que, al mismo tiempo, sostiene el ánimo del creyente.
Todos estamos en las manos de Dios, Señor y Rey, y todos lo celebramos,
con la confianza de que no nos dejará caer de sus manos de Creador y Padre. En
efecto, en el centro de la alabanza que el salmista pone en nuestros labios hay una
especie de profesión de fe, expresada a través de una serie de atributos que
definen la realidad íntima de Dios. Este credo esencial contiene las siguientes
afirmaciones: el Señor es Dios, el Señor es nuestro creador, nosotros somos su
pueblo, el Señor es bueno, su misericordia es eterna y su fidelidad no tiene fin (Cfr.
vv. 3-5).
Después de la proclamación de Dios uno, creador y fuente de la alianza, el
retrato del Señor cantado por nuestro salmo prosigue con la meditación de tres
cualidades divinas exaltadas con frecuencia en el Salterio: la bondad, el amor
misericordioso y la fidelidad.
A Dios se deben el honor, el respeto y la mayor alabanza. (...): “„Aclama al
Señor, tierra entera‟. Comprenderás el júbilo de toda la tierra, si tú mismo aclamas
al Señor”, dice san Agustín.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)