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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
I Domingo del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo 115
El Salmo 115, que acabamos de escuchar, es un texto eucarístico,
considerando la referencia a “la copa de la salvación”, que el salmista eleva
invocando el nombre del Señor (Cfr. v. 13). Este cáliz es identificado por la
tradición cristiana con “la copa de la bendición” (Cfr. 1 Cor 10, 16), con la “copa de
la Nueva Alianza” (Cfr. 1 Corintios 11, 25; Lucas 22, 20): expresiones que en el
Nuevo Testamento hacen referencia precisamente a la Eucaristía.
El Salmo 115 es una acción de gracias, dirigida al Señor que libera de la
pesadilla de la muerte. En nuestro texto aparece la memoria de un pasado
angustiante: el orante ha mantenido alta la llama de la fe, incluso cuando en sus
labios surgía la amargura de la desesperación y de la infelicidad (Cfr. v. 10).
Alrededor se elevaba como una cortina helada de odio y de engaño, pues el prójimo
se demostraba falso e infiel (Cfr. v. 11). Ahora, sin embargo, la súplica se
transforma en gratitud, pues el Señor ha sacado a su fiel del torbellino oscuro de la
mentira (Cfr. v. 12).
El orante se dispone, por tanto, a ofrecer un sacrificio de acción de gracias en
el que se beberá el cáliz ritual, la copa de la libación sagrada que es signo de
reconocimiento por la liberación (Cf. versículo 13). La Liturgia, por tanto, es la sede
privilegiada en la que se puede elevar la alabanza agradecida al Dios salvador.
San Basilio Magno en la Homilía sobre el Salmo 115, comenta la pregunta y
la respuesta de este Salmo con estas palabras: «“¿Cómo pagaré al Señor todo el
bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación”. El salmista ha comprendido
los muchos dones recibidos de Dios: del no ser ha sido llevado al ser, ha sido
plasmado de la tierra y ha recibido la razón…
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)