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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
I Domingo del Tiempo Ordinario
Jueves
Salmo 43
Este salmo 43 es una súplica del desterrado. En un primer momento, el
pueblo del cautiverio reaccionó contra el llamado de Dios. En vez de llamado, se
sentía rechazado por Dios (Is. 49,14). El Salmo 43, escrito probablemente en la
misma época, expresa bien este sentimiento de rechazo.
Comienza un poco desanimado (v. 1). Hermanos, ¿no es así con nosotros a
veces? Cuando estamos abatidos tenemos tiempos para levantar nuestra mirada y
orar con fe; y luego estamos algo desanimados otra vez. Así le pasó al salmista. Él
sabía que su única esperanza estaba en Dios y que nunca hallaría descanso en otra
parte, sino sólo en Dios.
“¿Por qué me has desechado? ¿Por qué andaré enlutado por la opresión del
enemigo?” (v. 2) Este hombre está bien desanimado. Pero parece que haciendo
estas preguntas, él mismo se dio cuenta de su actitud y su necesidad, y tomó
buenas medidas.
“Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán” (v, 2). Estas son palabras
sabias. “Me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas”.
Primero, el salmista expresó todas sus angustias. El Señor desea nuestra
sinceridad. Desea que le digamos cómo nos sentimos. Con esto, también nos
damos cuenta de la profundidad de nuestro sentir, y entonces llega la sanidad
mental y emocional. Si no expresamos al Señor lo que pensamos, será difícil
cambiar de actitud.
Segundo, el salmista pide luz y verdad que son características de Dios. La
luz nos muestra las cosas tales como son. También la verdad nos hace entender el
porqué o cómo lo necesitamos. Son estas cosas que van a guiar al salmista
directamente al santuario, al Templo, la casa de Dios.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)