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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
II Domingo del Tiempo Ordinario
Jueves
Salmo 55
Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos, me atacan en masa.
El salmista se siente perseguido por sus enemigos, pero al mismo tiempo ha
puesto toda su confianza en Dios: Dios está de nuestro lado. Él ha salido en
defensa nuestra por medio de Jesús, su Hijo, nuestro Salvador. Pero no sólo ha
venido Él de un modo personal a ponerse de parte del hombre que sufre vejaciones
por parte de gente injusta; una vez cumplida su misión entre nosotros, nos confió a
nosotros, su Iglesia, continuar esa obra de salvación en el mundo. Por eso, puesto
que no actuamos a nombre propio, sino en Nombre de Jesucristo, no podemos
dedicarnos a destruirnos unos a otros, sino más bien hemos de estar al servicio del
bien de los demás, preocupándonos de dar voz a los desvalidos y de salir en
defensa de los oprimidos.
Pero al mismo tiempo podemos dirigirnos en los momentos difíciles de
nuestra vida como lo ha hecho el salmista: Dios Eterno, en quien la misericordia es
infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu bondadosa
mirada y aumenta Tu misericordia en nosotros para que en los momentos difíciles,
no nos desalentemos ni nos desesperemos, sino que, con la máxima confianza, nos
sometamos a Tu santa voluntad, que es Amor y Misericordia. O como hemos dicho
en la respuesta al salmo: “En el Señor confío y nada temo”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)