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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
III Domingo del Tiempo Ordinario
Miércoles
Salmo 88
“Proclamaré sin cesar la misericordia del señor”. El salmo 88 fue elegido para
servir de respuesta a esta lectura: “Sellé una alianza con mi elegido jurando a
David mi siervo: Te fundaré un linaje perpetuo edificaré tu trono para todas las
edades”.
Toda la tradición, desde la generación apostólica, ha visto en el Rey David, el
gran tipo de Cristo.
Él es verdaderamente el primogénito del Padre, su trono es eterno, vence a
los enemigos y extiende su poder a todo el mundo; él es el Ungido que recibe una
descendencia perpetua.
La paradoja es que el Padre permitió a su Hijo pasar por la afrenta y la
derrota, lo hizo entrar en la zona de la cólera divina, en la dimensión contada del
tiempo humano; sostuvo a sus enemigos y lo dejó bajar hasta la muerte. ¿Dónde
quedaba la misericordia y la fidelidad del Padre?
Todos los títulos y todos los poderes se los da el Padre a su Hijo, de modo
nuevo y definitivo, en la resurrección. A esta luz resplandecen más el poder
cósmico y el poder histórico de Dios; se ve que la ira y el castigo eran limitados; a
esta luz comprendemos finalmente y cantamos en un himno cristiano “la
misericordia y la fidelidad de Dios”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)