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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
IV Domingo del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo 3
Señor, cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mí; cuántos
dicen de mí: “ya no lo protege Dios”. ... Es un salmo de confianza en medio de la
angustia. Alguien está rodeado por sus enemigos pero, a pesar de ello, manifiesta
una confianza inquebrantable en Dios.
La persona le expone a Dios su situación: está rodeada de enemigos. En tres
ocasiones expresa admirativamente que sus opresores son muy numerosos. Estos
se levantan contra el justo y dudan que Dios vaya a salvarlo, señal de que se
encuentra en una situación de peligro inminente. El perseguido, sin embargo, clama
al Señor para que se levante y lo salve , confía en que lo defenderá como un
escudo que salvará su gloria y que le hará mantener bien alta la cabeza . Por eso
el justo puede acostarse y dormir sereno, y despertarse (levantarse) tranquilo,
porque es Dios quien lo sostiene.
Por consiguiente, la confianza expresada en este salmo se trata de alguien
que se encuentra rodeado por una multitud de malhechores injustos que quiere
verlo muerto. Es un salmo para cuando necesitamos de este tipo de confianza;
cuando luchamos por la justicia y nuestros esfuerzos parecen inútiles; cuando
tenemos la impresión de que va a triunfar la opresión; cuando dicen que a Dios
poco le importa lo que sucede a nuestro alrededor...
Hace falta valor para ponerse de pie, y hace falta valor para acostarse. Y,
más que nada, hace falta valor para aceptar la vida entera como un ciclo de
levantarme y acostarme, como una trayectoria ondulante a la que he de adaptarme
arriba y abajo, una y otra vez, en compañía del sol y la luna y los cielos y los
vientos. Enséñame a respirar al unísono con la creación entera, Señor, para entrar
de lleno en los ritmos de tu amor. De ti, Señor, viene la salvación y la bendición
sobre tu pueblo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)