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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
CUARESMA
Para establecer la cronología y el contenido de la Cuaresma, ha tenido una
gran importancia el recuerdo de los cuarenta días de ayuno del Señor en el
desierto, según el testimonio de los Sinópticos, con su simbolismo. este número
encuentra un parecido simbólico en otras expresiones de la vida de Israel en el AT:
los cuarenta días del diluvio, los cuarenta días y noches de Moisés en el Sinaí, de
Elías que camina hacia el Horeb; los cuarenta años del pueblo elegido en el
desierto, los cuarenta días en que Jonás predicó la penitencia en Nínive. Este
itinerario cuaresmal se convierte en un signo sagrado, un sacramento del tiempo .
La Iglesia, los que se preparan al bautismo y los penitentes que se han de
reconciliar con motivo de la Pascua, tiene en Cuaresma un tiempo de conversión y
de gracia, un camino espiritual que recorren iluminados por el fulgor de la Pascua.
a) La comunidad cristiana, toda la Iglesia , está llamada a este ejercicio de
preparación que tiene en primer lugar un carácter de renovación espiritual en el
que es necesario insistir especialmente en el clásico trinomio: oración, limosna
(caridad), ayuno, como atestiguan los Padres en sus homilías.
b) Los Catecúmenos elegidos ya por el Bautismo, llamados iluminados , fijada
la norma de bautizar en la vigilia pascual -como ya parece indicar Hipólito en el s.
III- son protagonistas de una preparación intensa para el bautismo.
En este tiempo se celebran distintos ritos importantes de la preparación
próxima al Bautismo, en estrecha relación con la liturgia cuaresmal: la elección y la
inscripción del nombre, los escrutinios y los exorcismos unidos a las lecturas de
algunos pasajes del evangelio de Juan: la entrega y reentrega del Símbolo de la fe
y del padre Nuestro, síntesis de la fe y de la oración respectivamente; se anticipan
también algunos ritos de la preparación inmediata al Bautismo: el rito del Effetá.
c) Desde el s. IV, Pedro de Alejandría en su canon recuerda los cuarenta días
de penitencia para aquellos que deben ser reconciliados con la Iglesia, los
penitentes .
El inicio de la Cuaresma queda fijado en un principio en el domingo primero;
después se anticipa al miércoles de ceniza; en este día los pecadores públicos eran
alejados de la asamblea y obligados a la penitencia pública. El recuerdo de la ceniza
y el silicio (cf. Mt. 10,21) era especialmente para ellos. Existía también en el
Sacramentario Gelasiano y después en Ordines romani y finalmente en los
Pontificales el rito de la reconciliación pública de los penitentes, que se celebraba el
jueves santo, para que todos pudieran compartir con gozo la fiesta de la Pascua.
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Desaparecida la penitencia pública en su sentido realista, en el año 1001 el
Papa Urbano II, en el sínodo de Benevento, extiende la costumbre de la imposición
de la ceniza a todos los fieles de la Iglesia, incluidos los clérigos, la tradición
romana se impone con gran fuerza psicológica entre los fieles, dado el carácter
universal del simbolismo de la ceniza, signo de luto y de muerte, en diversas
religiones. Desde entonces Cuaresma comienza para todos con un gesto que nos
invita a la conversión y prevalece la motivación penitencial con el ayuno y la
abstinencia, expresiones de la penitencia cuaresmal.
Prácticamente desaparece poco a poco también el sentido bautismal de la
Cuaresma al cesar el catecumenado, al manipular los textos de la liturgia bautismal
y catecumenal que se habían creado ejemplarmente en Jerusalén, Antioquía y
Roma, y al acentuar el sentido penitencial. El primitivo sentido bautismal ha sido
recuperado ahora con la reforma del Vaticano II.
El Miércoles de Ceniza es el primer día de la Cuaresma. Los fieles cristianos
inician con la imposición de las cenizas el tiempo establecido para la purificación del
espíritu.
Recuerda una antigua tradición del pueblo Hebreo, que cuando se sabían en
pecado o cuando se querían preparar para una fiesta importante en la que debían
estar purificados se cubrían de cenizas y vestían con un saco de tela áspera. De
esta forma nos reconocemos pequeños, pecadores y con necesidad de perdón de
Dios, sabiendo que del polvo venimos y que al polvo vamos.
El Miércoles de Ceniza es una llamada a la Conversión, como comunidad
cristiana y como Iglesia.
La Cuaresma es el gran tiempo de preparación a la Pascua. La Iglesia nos
invita a aprovechar este ‘tiempo favorable’ y a prepararnos para la celebración del
Misterio Pascual de Jesucristo. Por eso, la Cuaresma puede corresponder a un
‘retiro espiritual’ vivido por toda la Iglesia, porque es un itinerario penitencial,
bautismal y pascual.
‘Si la Noche de Pascua es un punto de llegada, los cuarenta días que la
preceden constituyen, tanto para quienes se preparan al Bautismo, como para la
comunidad de bautizados, una subida hacia la Pascua’.
Desde el miércoles de ceniza, se nos ofrece una serie de medios: la limosna,
la oración, el ayuno, la escucha de la Palabra de Dios, el sacramento de la
Reconciliación y la conversión. La Cuaresma es también el tiempo propicio para la
oración personal y comunitaria, alimentada por la Palabra de Dios y propuesta
cotidianamente en la liturgia.
Padre Félix Castro Morales
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Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)