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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
I Semana de Cuaresma
Lunes
Salmo (18) 19,8-10.15
Escuchamos la segunda parte del salmo (8-15) con el tema la ley del Señor,
a la que se designa también como “testimonio” (8), “preceptos” (9),
“mandamiento” (9), “temor” (10) y “decretos” (10). Son seis términos que se
emplean para indicar básicamente la misma realidad. Al lado de cada una de estas
palabras se repite siempre el nombre propio de Dios: “el Señor” -Yahvé en el
original hebreo- (en esta segunda parte, este nombre aparece siete veces) y
también un adjetivo: “perfecta”, “veraz”, “rectos”, “transparente”, “puro”,
“verdaderos”.
Después de cada una de estas afirmaciones se presenta a la persona o
realidad que se beneficia de los
efectos de la ley: el alma descansa (8), el ignorante es instruido (8), el corazón se
alegra (9), los ojos reciben luz (9). Todo esto se resume en dos comparaciones: la
ley es más preciosa que el oro más puro (es decir, más que lo más valioso que
existe) y más dulce que la miel (la miel es lo más dulce que hay). Con otras
palabras, este poema afirma que la ley es lo más valioso y lo más dulce que existe
(11).
Después de presentar el elogio de la ley perfecta, lo más precioso y lo más
dulce que hay, el salmista se contempla a sí mismo viéndose imperfecto, impuro,
arrogante y pecador (12-14), y concluye expresando un deseo: que las palabras de
este salmo, en forma de meditación, le agraden al Señor, su roca, su redentor (15).
Dios así, nos invita a la conversión y a la fe en Él, mediante un camino de
amor fiel, cargando nuestra propia cruz, tras las huellas de Cristo, pasando por la
muerte para llegar a la Gloria, que Dios ha reservado para los que le vivan fieles.
Vivamos en todo fieles a la voluntad de Dios; busquemos al Señor y hagamos de Él
nuestro refugio y salvación, hasta que Él sea todo en nosotros.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)