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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
II Semana de Cuaresma
Martes
Salmo 49
El salmo de hoy da un paso más: compara la liturgia con la caridad, y sale
ganando, una vez más, la caridad: “no te reprocho tus sacrificios... ¿por qué recitas
mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?”. La acusación de Dios se hace dramática:
“esto haces ¿y me voy a callar? Te acusaré, te lo echaré en cara”.
Con el Salmo 49 hemos proclamado esta verdad: “Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios… El que ofrece acción de gracias ése me honra; al
que sigue buen camino, le haré ver la salvación de Dios”.
Jesús no cesa de recordar, que la única práctica religiosa agradable a Dios es
la interior: "Si al momento de presentar tu ofrenda en el altar, recuerdas que tu
hermano tiene algo contra ti, ve primero a reconciliarte con él" (Mateo 5,24). Jesús
nos dice: “Misericordia quiero, y no sacrificios” (Mateo 9,13).
Por su parte, San Ambrosio expresa que “La misericordia es parte de la
justicia, de modo que si quieres dar a los pobres esta misericordia es justicia, según
aquello: “Distribuyó, dio a los pobres, su justicia permanece eternamente” (Sal
111,9) 1 .
La justicia, la misericordia y las obras de caridad han de salir del interior del
corazón. Jesús nos dice que “No todo el que dice: „Señor, Señor‟, entrará en el
reino de los cielos” (Mt 7,21). Lo que ha de cambiar en la penitencia es el corazón,
pues es de allí de donde proceden nuestros actos.
Este salmo invita a hacer una “revisión de vida desde o profundo de de
nuestro ser. Libérame, Señor, de la maldición de la rutina y el formalismo, de dar
las cosas por supuestas, de convertir prácticas religiosas en rúbricas sin alma.
Concédeme que cada oración mía sea un salmo y, como salmo, tenga en sí alegría
y confianza y amor. Que sea yo auténtico con mis hermanos y conmigo mismo,
para así poder ser auténtico contigo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)
1 Cfr. Sermón 8 sobre el Salmo 118,22