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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
II Semana de Cuaresma
Jueves
Salmo 1
“Dichoso el hombre que confía en el Señor”. Este salmo se presenta como un
resumen de todo el libro y de toda la Sagrada Escritura. Es como un compendio de
todo lo que tenemos que saber. Todos buscamos la felicidad, pero hemos de poner
atención para no tomar el sendero equivocado. Hay un camino que nos lleva a la
felicidad, a la plenitud de vida (simbolizada en un árbol siempre verde, plantado
junto al manantial) y hay otros caminos que parecen más fáciles pero sólo llevan al
sinsentido y a la nada (simbolizado por la paja que se lleva el viento). El justo es el
único sabio, mientras que el malvado es un necio.
Así, pues, tenemos tres imágenes: el camino de los sabios y el de los necios
(vv 1-2), la comparación entre el árbol y la paja (vv 3-4) y el destino último de
unos y otros (vv 5-6):
“El camino a elegir: “Dichoso el hombre”. Esta es la primera palabra que
Dios nos dirige: una invitación a la felicidad, a la dicha, al gozo. Porque Dios nos
ama, no se desentiende de nosotros. Al contrario, quiere indicarnos el camino de la
vida y nos señala también los peligros y engaños con que podemos encontrarnos,
para que podamos elegir con conocimiento. El Salmo nos pone en guardia contra
los autosuficientes, los que desprecian los valores del espíritu y se ríen de los
hombres religiosos. Su relación es peligrosa: quien se acerca a ellos corre el riesgo
de llegar hasta el fin, de pervertirse totalmente.
La segunda imagen que desarrolla el Salmo es la del árbol robusto y
fecundo, frente a la paja , que no tiene consistencia ni utilidad. El justo, nutrido
por las abundantes corrientes de agua que encuentra en la meditación de la Ley,
está lozano, lleno de vida, sin miedo ante la llegada de la estación seca. El hombre
justo tiene necesidad de aquella agua, de aquella vida, que sólo Dios le puede dar.
Por eso practica la oración, la meditación de la Palabra de Dios, los Sacramentos.
Los malvados no son comparados con la paja. La imagen del hombre-paja refleja
perfectamente la vanidad y la inconsistencia de una vida sin Dios: superficial, sin
vida interior, sin raíces, sin convicciones, estéril, a merced del viento.
La tercera imagen que desarrolla el Salmo es la del destino final. Allí
se revela el sentido último de nuestras elecciones. No es igual haber seguido el
camino de la piedad que el de impiedad; no es lo mismo haber elegido ser árbol
que paja. El que haya elegido el camino de la impiedad, ser hombre-paja, no será
condenado por un Dios vengativo, ya que él mismo se ha condenado. Su condena
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consistirá en ser lo que él mismo ha elegido: paja. Quien eligió vivir sin Dios
perecerá en su soledad radical y en su tristeza. Dos caminos y dos destinos bien
delimitados: el del bien y el del mal. El salmo primero nos anima a seguir el camino
del bien, bebiendo las aguas del manantial de Dios, echando raíces en su tierra,
caminando por sus sendas, meditando su Palabra. Ahí está la única felicidad
duradera.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)