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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
III Semana de Cuaresma
Lunes
Salmo 41 y 42
Los salmos 41 y 42 constituyen un único canto. Este salmo expresa la
nostalgia por el templo y por Dios, y espera confiado, pero no sin gran angustia, el
día del retorno, para poder participar de nuevo en la liturgia del templo. “Como la
cierva sedienta busca las corrientes de agua, así mi alma suspira por ti, mi Dios”. El
salmista se encuentra lejos de Sión, punto de referencia de su existencia por ser la
sede privilegiada de la presencia divina y del culto de los fieles.
Mientras somos peregrinos, experimentamos la nostalgia de Dios: Mi alma
tiene sed del Dios vivo: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? 1 El alma que tiene
sed de Dios pasará por lo que sea: estará en obscuridades, tendrá dificultades,
caídas, miserias, pero encontrará a Dios y Dios no se apartará de él. Podrá
encontrarse con el Señor, no importa por qué caminos, pues esos son los caminos
del Señor y Él sabe por dónde nos lleva. Lo único que importa es tener sed de Dios.
Una sed que es lo que nos autentifica como personas de cara a nuestros hermanos
los hombres, de cara a nuestra familia, de cara a nuestro ambiente, de cara a
nosotros mismos.
El alma que tiene sed de Dios va a permitir que sea Dios quien le realice la
vida. Y el alma que va a realizarse apartada de Dios, significa que no tiene,
verdaderamente, sed de Dios. Podrá ser muchas cosas -podrá ser un magnífico
organizador en la Iglesia, podrá ser un excelente conferencista, podrá ser un
hombre de un gran consejo espiritual-, pero si no tiene sed de Dios, no estará
realizando la obra de Dios.
Cuando realmente amamos a Dios deseamos volver a Él desde la lejanía en
que nos puso el pecado. Dios siempre está dispuesto a recibirnos en su Casa con
gran amor, pues es nuestro Padre, lleno de misericordia, y no enemigo a la puerta.
La presencia del Señor en nosotros hunde nuestras raíces en Él para que, saciados
constantemente de su amor, de su verdad, de su santidad, de su justicia, de su
misericordia, podamos dar frutos abundantes de buenas obras, que manifiesten que
en verdad Dios permanece en nosotros y nosotros en Él.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)
1 Juan Pablo II, 6 de febrero del 2002